"Nunca hubo un monumento de cultura que no fuera un monumento de barbarie. Y así como la cultura no está exenta de barbarie, no lo está, tampoco, el proceso de transmisión de la cultura. Por eso, en la medida de lo posible, el proceso histórico se desvía de ella. Considera la tarea de comprenderla como un cepillar de la historia a contrapelo" WALTER BENJAMIN

sábado, 27 de septiembre de 2008

Lo viejo y lo tradicional


La melancolía es una de las adjetivaciones que más nos definen a los porteños. Esa suerte de añoranza de todo pasado mejor, instaurada en la humedad de sus calles y sus viejas tradiciones con las que el huracán de la modernidad todavía no pudo. La impronta del arrabal, los faroles y las casas chorizo son solo parte de aquel viejo Buenos Aires que más de uno recuerda y se le comprime la garganta hasta formar un nudo.
La otra Buenos Aires que se erigió en las últimas décadas le discute terreno en una guerra silenciosa que se produce todos los días en calles y avenidas. El conflicto ya ha tenido muchos mártires que cedieron ante las topadoras y algunos otros que sufrieron heridas en los cimientos tras ser excavados más de la cuenta desde los terrenos lindantes. Pero la construcción de propiedades por el déficit ocupacional de Buenos Aires no solo tiene como resultado la proliferación de edificios en lo alto del cielo porteño. Este fenómeno conlleva problemas del estilo edilicio y funcional de la Ciudad; pero esta nueva forma de construcción irrestricta puede, también,dejar declarado un colapso de los servicios públicos. La estructura de Buenos Aires está al límite, y multiplicar por 40 la cantidad de instalaciones de luz, gas y agua para construir una megatorre no hace más que contribuir a colapsar sus caños.
Sin embargo, en estas épocas donde un sesudo slogan podría ser "Buenos Aires, Buenos Negocios", el debate trata de ponerse en el plano de modernidad, en detrimento de lo viejo. Como si aquella parte de la ciudad donde el paisaje parece haber quedado inherte en el tiempo, fuera un signo de atraso en lugar de una parte tradicional e histórica que los porteños atesoramos como testimonio de la cultura.
Al menos esos piensan los vecinos de la próxima víctima del "progreso", San Telmo. Este barrio es el casco histórico de la Ciudad de Buenos Aires, que recibió a los primeros caserones de la etapa colonial y que supo llenarse de palacios de las familias adineradas hasta la fuga por la fiebre amarilla. Luego copado por los inmigrantes que le dieron forma de conventillos a esos grandes palacetes, el barrio guarda mucho de la arquitectura de esos años. Los adoquines históricos de sus calles encierran mil historias de la bohemia porteña y del nacimiento del arrabal en cercanías del puerto. Hoy, el Gobierno Porteño quiere hacer peatonal una de sus arterias principales, la calle Defensa. Y con ese intento poco feliz de fomentar el turismo en la zona y llevarle un halo de modernidad, con megaproyectos hoteleros y gastronómicos, se está perdiendo de vista el principal atractivo del lugar, su emplazamiento histórico. El impacto que sufriría San Telmo con un proyecto de ese calibre y el cambio de paisaje puede llegar a ser contraproducente con el cremiento del barrio. Mejor sería hablar de una planificación seria de restauración de edificios para embellecer la escenografía de por sí pintoresca, algo que algunos gobiernos anteriores de Buenos Aires habían comenzado a esbozar, pero no terminaron de ejecutar.
El mal de confundir viejo por tradicional tiene mucho tiempo en la historia de nuestro país. La demolición parcial o total de edificios históricos bajo la retórica de la modernidad ha hecho estragos en la Argentina. Vale como ejemplo las demolición y posterior reconstrucción de la Casa de Tucumán y las transformaciones del Cabildo de Buenos Aires, que perdió la torre en una refacción y hubo que hacerla nuevamente. Si los dos monumentos más importantes de nuestra Nación sufrieron esa suerte, no es de esperar que lugares de menor contexto simbólico sean desechados por las aplanadoras de lo moderno. Paradójicamente la historia de Argentina ha hecho lo mismo indefinidas veces con las ideas, las construcciones políticas y las ideológicas. Parece una coincidencia casi sarcástica que nunca haya habido un plan político que haya resistido más allá de lo que duró un mandato presidencial; y ni que hablar de las topadoras manchadas de sangre de los golpes militares sistemáticos.
Ciertas ironías del destino se suceden en paralelo en un país y suelen tener la misma solución. Es hora de armar un plan a largo plazo, bien planificado y con etapas ciertas a cumplir para que nunca más suframos un derrumbe y que nuestros cimientos solo necesiten remodelaciones.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Otro paradigma

El escenario es el mismo. El Palacio de la Moneda de Santiago de Chile albergó dos historias muy disímiles entre sí pero enmarcadas en una coyuntura que los unifica mucho más allá de lo edilicio. Una historia de desarrolló en 1973, aquel fatídico 11 de Septiembre donde las fuerzas militares al mando de Augusto Pinochet atacaron y bombardearon aquel palacio de gobierno; metáfora de lo que luego harían con la democracia. En esos tiempos, el edificio fue herido de muerte via aérea y el presidente electo por el pueblo chileno, Salvador Allende resistió la embestida a punta de pistola hasta que su vida dijo basta y finalmente cayó al último bastión de aquel gobierno popular. Todos los estados de mundo se apresuraron a reconocer el nuevo gobierno de facto en Chile, incluso muchos de los países latinoamericanos fueron de la partida detrás de los Estados Unidos. 35 años después el edificio ha sufrido muchas remodelaciones desde aquel día perdido en la historia: ha sido testigo de la vuelta de las instituciones y ha visto un Estado forjado tras la etapa de oscuridad, en la plenitud del Derecho. La moradora del edificio es una mujer, Michelle Bachelet, y el motivo de que todas las cámaras del mundo se vuelvan hacia sus muros dista bastantes de los motivos de antaño. Los protagonistas del evento fueron todos los presidentes de América Latina y el motivo del encuentro se hacía casi en contraposición a aquel pasado de tormentas. Todos los presidentes de los países integrantes de la UNASUR se reunían para brindarle el apoyo al gobierno y a las instituciones de Bolivia, elegidas por el pueblo y ratificada hacía poco más de un mes por una fuerte mayoría en el referendum revocatorio, al que llamó su presidente Evo Morales. La historia esta vez fue escrita por Latinoamérica en favor de la democracia y no ante un supuesto enrolamiento automático tras alguna potencia de turno. Bolivia exhibe hoy una sociedad muy polarizada, donde 100 familias ostentan casi el 80% de la riqueza de país y existe una muy importante partición en lo social y en los idelógico. Como Marx había profesado, las superestructura de las ideas es determinada por la estructura de los bienes económicos; es decir que la parte rica de la sociedad va a determinar las formas de vivir deseables y los objetivos que debe alcanzar una sociedad. Hoy, los bolivianos sufren las desestabilización que implica que quienes imponen las normas, el gobierno y las leyes no son los dueños del capital. Esta trastocada situación es germen de enfrentamientos, que ni siquiera el referendum revocatorio logró pacificar en el corto plazo. Pero más allá del gesto de la UNASUR, que fortalece las relaciones entre una región que está buscando el pasado, la cultura y la historia en común con el objetivo de formar un bloque simétrico y con igualdad; decisiones políticas de este calibre comienzan a mostrar una nueva forma de generar relaciones internacionales en el mundo. Un bloque de países que hable en su constitución de eliminar asimetrías entre sus integrantes, accionar bajo la vital ingerencia de los Derechos Humanos, complementar sus industrias para maximizar el comercio, generar igualdad social y contención en todos los gobiernos integrantes y poder confirmar una política migratoria de puertas abiertas e integradora en el sentido amplio del término, demuestra un nuevo rumbo a nivel global. El mundo ha cambiado y la coyuntura mundial de aquella época no es igual al de hoy. El fantasma rojo del comunismo se ha diluido y posiciones de lo que antes se llamaba "no alineados" o "Tercer Mundo" están ganando la batalla. En un momento histórico como este donde el gran imperio (que planificaba la perpetuación de un sistema de producción a su imagen y semejanza) comienza a resquebrajarse, que surjan bloques políticos como el que hoy encarna el embrionario UNASUR muestra que no todo está perdido para el futuro, y que nociones como igualdad o gobiernos populares pueden ser viables y acompañados por otros términos como progreso, capitalización y crecimiento. Porque cuando un paradigma se cae, siempre asoma la cabeza otro.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Opositores


Ser de izquierda, ser de derecha, estar de un lado o del otro de la realidad o que esas visiones de vida sean irreconciliables. Tal vez la existencia de un gobierno que subió al poder con los votos populares e impuso el más férreo neoliberalismo haya sido el punto de partida para trastocar este campo en la política en Argentina. O tal vez el contexto mundial haya alivianado la dicotomía y las fuerzas centrífugas del poder hayan dejado todo en 5 grados a derecha e izquierda del centro. Lo cierto es que el pasaje de un lado al otro se limita a un par de pasos, y ese estadío parece tentador para más de un legislador. En los abatares de la labor legislativo post lock out patronal del campo y "voto no positivo" de Cobos, el Congreso Nacional parece recomponerse y tomar nuevas formas, alianzas y redefiniciones políticas no del todo claras. Al antiguo estigma con el que carga el peronismo con respecto a los distintos sectores de ideología, comienzan a vislumbrarse, en el seno de los otros partidos, modificaciones con respecto a la unidad de los bloques y las alianzas tanto a favor como en contra de las leyes o la administración nacional.Por un lado aparece lo que puede definirse como "la nueva oposición" legislativa que viene con un combo de peronistas disidentes, integrantes de la Coalición Cívica, radicales, bloque Si, CTA Proyecto Sur, Pro, Recrear, etc. Esta suerte de interbloque virtual ha tenido fundamental importancia en la derogación de la resolución 125 y se alistó en los tratamientos de la reestatización de Aerolíneas y el tratamiento de la movilidad jubilatoria. Como en todos los niveles de la vida, los problemas comienzan cuando las cosas se confunden y se le da lugar a una oposición personalista en lugar de una constructiva. Y más allá de los altos postulados de la democracia, no es bien recibido por los ciudadanos que votaron a esta oposición, observar a sus representantes estrechando lazos con integrantes de expresiones muy distintas a las suyas y quienes fueron blanco de las más alborotadas críticas durante la campaña electoral.Es difícil entender, de esa manera, que algunos de los contraproyectos presentados, como en el caso de Aerolíneas, hayan tenido fallas graves de organicidad. Pedir la quiebra de la empresa de aeronavegación de bandera para poner en marcha una nueva, implicaba 5 años de preparación. Dejar sin aviones a las ciudades que no gozan de otros servicios por ese tiempo sería catastrófico para las comunicaciones del país; o en el mejor de los casos, era darle paso a una compañía privada que supliera a esta, pero con un importante subsidio del Estado, porque estos destinos no le darían ganancias. De cualquier manera, era pérdida para la Argentina.Otra función interesante de la labor legislativa tiene que ver con el proyecto de movilidad jubilatoria. Más allá que cuente con media sanción en diputados casi por dos tercios de la Cámara e incluyendo las contribuciones de legisladores especializados en el tema, algunas de las objeciones versaron sobre reivindicaciones que las propias administraciones partidarias hicieron caso omiso cuando se hicieron cargo del Ejecutivo y que realmente no apoyarían. Para dar una visión más acabada de estas acciones cabe citar a Mauricio Macri que reclama un aumento a los jubilados dentro de la ley de movilidad jubilatoria para llegar al ansiado 82% móvil, mientras su Gobierno Porteño recorta las becas para la educación secundaria a casi la mitad y le entrega 4000 millones de pesos a las empresas recolectoras de basura donde no está confirmado todavía si él o el grupo de su padre tiene acciones. Las incoherencias acompañan la labor legislativa.De Junio a esta parte, las Cámaras Legislativas vienen gozando de mucha prensa. Eso ha hecho que muchos ciudadanos tengan el ojo puesto en lo que ocurre con las leyes consideradas vitales para el país. Pero la labor de legislar va más allá de estar a favor o en contra de un gobierno de turno, sino que se debe representar al pueblo que con su voto les otorgó el mandato. La confusión de creer que mandato habla de mandar, en lugar ser mandado por sus votantes. Esto hoy en Argentina está un poco trastocado, la representación inderecta es una quimera en la que sobrevuelan los intereses partidarios y personalistas. El rol de la oposición está claramente contra el gobierno de turno en lugar de buscar una alternativa según el proyecto o respetar la plataforma partidaria. En lugar de ser complementarios y sumar para mejorar la vida de los argentinos, se busca ser suplementarios y llevar adelante las proyectos opuestos. Sería bueno que se comenzara a legislar a favor de los argentinos y no en contra de un partido político.