Ya nada fue lo mismo. Esas calles y esas rutas sufrieron la nostalgia de otros tiempos donde se vieron colmadas de personas, incitadas por las arengas del orador de turno. Una parte de la sociedad tomando la lucha como propia pareció cosa del pasado en esta última semana. El mundo, ese lugar de donde pueden aparecer noticias increíblemnte buenas o desastrozamente malas ha dado su veredicto, crisis financiera. De pronto la coyuntura se puso funesta y el vencedor de la contienda debió chequear dónde estaba la mano de su otrora contendiente para lograr sobrevivir, o por lo menos, intentar palear una situación a la que se llegó por falta de visión a largo plazo.
Parece mentira que en tan solo tres meses el mundo haya declarado una crisis internacional, ver día a día cómo se caen las bolsas más poderosas del mundo, observar el mecanismo por el cual los creadores del neoliberalismo dan rienda suelta al intervencionismo estatal, y cómo el hombre abandona las causas que había tomado como propias. La realidad a veces nos lleva puestos y nos inserta en una vorágine difícil de seguir y reacomodar, ya sea esta la empírica, la de libre acceso o la de los medios.
En estas épocas donde se transitan límites, se hace muy complicado hablar de pertenencias a una época, de paradigmas y cambios de paradigmas, o designaciones de nombres, porque inclusive eso mismo muta a tal velocidad que uno no lo puede dominar. Hablar de post modernidad suena a viejo, de Edad Contemporánea a nivel histórico también; más bien podríamos hablar de una transición o bisagra hacia un nuevo estado de las cosas, donde la velocidad será la clave de las relaciones. Y para leer bien la realidad se debe acusar recibo de que los cambios en una sociedad o a nivel mundial. Algo que pasó hace un mes puede ser viejo.
Esa, al parecer, fue la doble lectura errónea que la tan mentada Mesa de Enlace. Por una lado confiar en que una nueva instancia del lock out patronal generaría el acompañamiento que tuvo tres meses atrás. La asistencia a los piquetes al costado de las rutas (prometieron no cortarlas, aunque lo hicieron por pequeños lapsos de tiempo) y la puesta en marcha de la no comercialización de granos hizo que el humor social empezara a ver mal esos mecanismos. Una cosa era cortar la la circulación para que no pasen los vehículos, y otra muy distintas es pararse en la ruta, frenar a los camiones y dejarlos pasar o no según la carga que lleven en sus acoplados. Sin bien esta maniobra fue realizada en algunas etapas del lock out anterior, no fue tan evidente como ahora puesto que era la única forma de protesta.
La otra realidad que se vio con miopía desde la Mesa de Enlace fue el contexto internacional. Entre marzo y julio de este año, la sensación que se vivía es que el mundo seguía creciendo y que la Argentina hacía lo propio. La cosa cambió brutalmente con la fuerte crisis del sistema financiero que hizo onda expansiva desde Estados Unidos hacia el resto del mundo. Esto sumado a la baja del precio internacional de los commodities (soja, trigo, maiz, etc por tonelada) y que con una normativa 125 hecha ley, hoy todos y de manera escalonada, estarían pagando un porcentaje mucho menor al 35 % fijo al que están tributando en este momento y buscan bajar.
Y por último en el horizonte aparecen los medios, actores centrales de la magnificación o la minimización de un evento. Es tan importante su papel que le da existencia o no a un hecho. Ese fue el caso de la nuevamente instalada carpa del campo en la Plaza de los dos Congresos; ante la falta de una cámara que le diera protagonismo, muy pocos supieron que estuvieron allí. Si nos remitimos a hace cuatro meses, la presencia fue multiplicada por canales de televisión, radios y medios gráficos. Hoy, que las cámaras y los grabadores le dieron la espalda, parece que ese asentamiento de protesta no hubiera existido.
Veloz y voraz. Eso hace el transcurso del tiempo en las sociedades de estos días, por un lado la aceleración con la que se vive y la acumulación de información sin límites que desplaza a la otra; mientras que por el otro, son esos mismos eventos que se producen y reproducen a tanta velocidad, que se fagocitan a lo ocurrido anteriormente, generando una escala interminable de desmemoria colectiva. Hoy, los hechos de hace 4 meses parecen enterrados en el olvido, la sociedad le dio la espalda a los mismo actores que los tuvieron en vilo. Ya no habrá lugar para muestras de fuerzas, esta última semana les enseñó a los representantes del campo que deberán arreglar este problema en reuniones con el Secretario de Agricultora y ya no más en las rutas.
Parece mentira que en tan solo tres meses el mundo haya declarado una crisis internacional, ver día a día cómo se caen las bolsas más poderosas del mundo, observar el mecanismo por el cual los creadores del neoliberalismo dan rienda suelta al intervencionismo estatal, y cómo el hombre abandona las causas que había tomado como propias. La realidad a veces nos lleva puestos y nos inserta en una vorágine difícil de seguir y reacomodar, ya sea esta la empírica, la de libre acceso o la de los medios.
En estas épocas donde se transitan límites, se hace muy complicado hablar de pertenencias a una época, de paradigmas y cambios de paradigmas, o designaciones de nombres, porque inclusive eso mismo muta a tal velocidad que uno no lo puede dominar. Hablar de post modernidad suena a viejo, de Edad Contemporánea a nivel histórico también; más bien podríamos hablar de una transición o bisagra hacia un nuevo estado de las cosas, donde la velocidad será la clave de las relaciones. Y para leer bien la realidad se debe acusar recibo de que los cambios en una sociedad o a nivel mundial. Algo que pasó hace un mes puede ser viejo.
Esa, al parecer, fue la doble lectura errónea que la tan mentada Mesa de Enlace. Por una lado confiar en que una nueva instancia del lock out patronal generaría el acompañamiento que tuvo tres meses atrás. La asistencia a los piquetes al costado de las rutas (prometieron no cortarlas, aunque lo hicieron por pequeños lapsos de tiempo) y la puesta en marcha de la no comercialización de granos hizo que el humor social empezara a ver mal esos mecanismos. Una cosa era cortar la la circulación para que no pasen los vehículos, y otra muy distintas es pararse en la ruta, frenar a los camiones y dejarlos pasar o no según la carga que lleven en sus acoplados. Sin bien esta maniobra fue realizada en algunas etapas del lock out anterior, no fue tan evidente como ahora puesto que era la única forma de protesta.
La otra realidad que se vio con miopía desde la Mesa de Enlace fue el contexto internacional. Entre marzo y julio de este año, la sensación que se vivía es que el mundo seguía creciendo y que la Argentina hacía lo propio. La cosa cambió brutalmente con la fuerte crisis del sistema financiero que hizo onda expansiva desde Estados Unidos hacia el resto del mundo. Esto sumado a la baja del precio internacional de los commodities (soja, trigo, maiz, etc por tonelada) y que con una normativa 125 hecha ley, hoy todos y de manera escalonada, estarían pagando un porcentaje mucho menor al 35 % fijo al que están tributando en este momento y buscan bajar.
Y por último en el horizonte aparecen los medios, actores centrales de la magnificación o la minimización de un evento. Es tan importante su papel que le da existencia o no a un hecho. Ese fue el caso de la nuevamente instalada carpa del campo en la Plaza de los dos Congresos; ante la falta de una cámara que le diera protagonismo, muy pocos supieron que estuvieron allí. Si nos remitimos a hace cuatro meses, la presencia fue multiplicada por canales de televisión, radios y medios gráficos. Hoy, que las cámaras y los grabadores le dieron la espalda, parece que ese asentamiento de protesta no hubiera existido.
Veloz y voraz. Eso hace el transcurso del tiempo en las sociedades de estos días, por un lado la aceleración con la que se vive y la acumulación de información sin límites que desplaza a la otra; mientras que por el otro, son esos mismos eventos que se producen y reproducen a tanta velocidad, que se fagocitan a lo ocurrido anteriormente, generando una escala interminable de desmemoria colectiva. Hoy, los hechos de hace 4 meses parecen enterrados en el olvido, la sociedad le dio la espalda a los mismo actores que los tuvieron en vilo. Ya no habrá lugar para muestras de fuerzas, esta última semana les enseñó a los representantes del campo que deberán arreglar este problema en reuniones con el Secretario de Agricultora y ya no más en las rutas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario