martes, 28 de abril de 2009
Estrategias
La nueva política, la vieja política, la renovación, la juventud, las fuerzas de reserva, o hasta el “que se vayan todos”. Desde tiempos inmemoriales la clase gobernante o no, está prometiendo renovarse a sí misma. Pero ese amistoso pasaje de generaciones solo pudo darse mediante rupturas, exilios partidarios o crisis profundas del modelo de país. Nadie ha dado en la historia un sincero paso al costado para que tome la posta alguien más jóven; las pocas veces que asistimos a esos anuncios, tuvieron más que ver con una pose que ocultaba otros intereses. De igual manera, los dos grandes partidos de Argentina siempre se las ingeniaron para reproducir candidatos y engrosar las filas vacantes del Estado en el Poder que los necesitara. El retiro, el escándalo, la corrupción o la caída en las encuestas dejaban espacios vacantes.
En la política de hoy, las figuras que traccionan votos hacia sus partidos parecen no ser demasiadas. En la era en que la imagen es mucho más importante que la representatibidad del partido, donde los medios han cooptado el viejo ágora y ocupa espacios de comunicación mucho más importantes que el encuentro con el líder en el atrio, la dependencia sobre estos hombres y mujeres que gozan de imagen positiva se hace cada día más fuerte.
Es la dependencia del candidato produce a la cercanía de estas elecciones una especie de miopía hacia el objetivo final de estos comicios. Las escacez de candidatos “junta-votos” le han dado a este nuevo comicio un marco poco tradicional y que comenzó a estirar límites que pueden marcar un antes y un después en lo que a política partidaria se refiere.
Para comenzar, las tan publicitadas candidaturas nominales del oficialismo. Una obvia referencia a la falta de capacidad del Frente para la Victoria (su nombre lo dice, se una unión de persona con el objetivo de triunfar) de generar nuevas caras que aglutinen votos y continúen el impulso electoral que en principio fue cubierto con alianzas con corrientes peronistas de distintas ideologías. Con junio pisándole los talones, el esfuerzo del kirchnerismo para mantener un poder que viene siendo discutido a lo largo del año pasado y lo que va de este, tiene su expresión más acabada en esta presentación electoral a la que se le imprimió un aire plebiscitario de la gestión, pero que en realidad esconde la propia debilidad del partido con respecto a la generación de nuevas figuras convocantes.
Por otro lado está lo que podríamos llamar Coalición Cívica Radical, esta rara mezcla de hombres y mujeres que llevaron al mismo tiempo su salida de los partidos tradicionales con su viraje político hacia la derecha. En esta alianza, el caso de la ciudad de Buenos Aires, su figura más fuerte, Elisa Carrió, se presentará tercera en la lista de candidatos a diputados nacionales detrás de Alfonso Prat Gay y Ricardo Gil Lavedra. Pero si uno comienza a hilar fino, puede descubrir una estrategia que no tiene tanto que ver con la democratización de las listas ni nada por el estilo, sino un intento de que la candidata más fuerte pueda traccionar a los que están adelante y generen un sentimiento en los votantes por ayudar a que llegue a la banca. Por otro lado, la característica principal de Carrió, su afilada lengua que tanto confronta con el gobierno nacional, no impactaría tan fuerte en la lista de diputados por no estar a la cabeza de ella. Siempre el impacto será menor.
El oficialismo de la ciudad de Buenos Aires, el Pro, tampoco quiere dejar de dar muestra de su creatividad electoral, pero en este caso la necesidad de candidatos supera la estrategia. Con su hombre más fuerte como Jefe de Gobierno y la otra posible postulante con buena imagen de vice, no hubo más alternativa para el partido de Macri que hacer renunciar contra su voluntad a Gabriela Michetti y hacerla encabezar la lista de diputados. Pero la propia Michetti sabe que aunque su candidatura no sea nominal, le está dando la espalda a cada uno de los votos que la ungieron en la fórmula del ejecutivo porteño.
Muchos dicen que los comicios son el momento más puro de la democracia, el momento donde un pueblo se expresa y genera apoyos o pide cambios. Aunque ese halo de pureza se va tiñiendo de negro a causas de estas estrategias, pareciera haberse perdido el foco y en lugar de presentar sus propuestas para que los votantes los apoyen o no, se busca ganar a cualquier precio. Exportar frases del ambiente futbolístico para una elección no parece ser la mejor solución para una democracia, sobre todo para una tan jóven como la nuestra.
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