domingo, 25 de octubre de 2009
El diario de Macri
Cuando el siglo todavía no sumaba tres décadas y el amanecer democrático era tan novedoso como entrar al cuarto oscuro para votar, brotaban por muchos lares leyendas que marcaron a fuego la historia política argentina. Una de ellas correspondía a aquel diario que supuestamente se le confeccionaba a Hipólito Yrigoyen para tenerlo separado de la realidad, como metáfora de un cierto alejamiento de las medidas presidenciales de lo acontecido en el país. Esta anécdota no refleja la primera ni la única vez que un mandatario se mostró inmerso en una realidad paralela, aunque en algunas ocasiones aquel mecanismo del que puede ser víctima puede convertirse en una herramienta de intencionada persuasión hacia la ciudadanía.
Algo parecido comienza a verse en la Ciudad de Buenos Aires en estos últimos días. Una cantidad de acciones de gobierno que remiten a hechos sucedidos en una etapa terrible de nuestra historia como país que han salido a la luz y dejan al descubierto un escándalo político de magnitudes impensadas, parecen ser ninguneadas desde el Ejecutivo; o que simplemente busca victimizarse ante alguna campaña de desprestigio del gobierno nacional. De las denuncias y de lo que marca la realidad: Nada.
Es muy difícil encarar actividades como las que desarrollan estos funcionarios del gobierno macrista sin trazar obligadamente un paralelo con la terrible dictadura militar que cometió crímenes de lesa humanidad en el período ´76-´83. Escuchas telefónicas, confección de informes de inteligencia, grupo de tareas que operan clandestinamente al poder policial, persecución ideológica contra militantes o dirigentes gremiales, persecución violenta contra personas que están en condición de calle o simplemente viven en casas abandonadas.
La Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) comenzó a ser conocida casi un año después de que Mauricio Macri firmara el decreto para su formación. Los apremios ilegales, la violencia contra personas en condiciones de indefensión, los abusos, las estrategias parapoliciales, los robos y las golpizas que estos grupos generan noche tras noche son parte del y responden al Ministerio de Ambiente y Espacio Pública y a su responsable Juan Pablo Piccardo. No es necesario hacer demasiadas analogías con lo que ocurría durante la dictadura de Videla, Massera y compañía. Lo preocupante es que se usen técnicas parecidas a las del Mundial ´78 para “limpiar” las ciudades sedes de pobres o todo lo que el gobierno de facto considerara indecente.
La otra punta del iceberg obedece al escándalo desatado por la denuncia y posterior detención de Ciro James, los equipamientos encontrados en su domicilio para pinchar teléfonos y los resultados de las investigaciones sobre pinchaduras de teléfonos a familiares de víctimas de la AMIA. Este ex agente de la Policía Federal, con pasado en Socma, Correo Argentino y Boca Juniors se desempeñaba como asesor del ministro de Educación porteño, Mario Narodowski y era aspirante de la Policía Metropolitana. El juez federal Norberto Oyarbide encontró en un allanamiento al domicilio de James tecnología para pinchar teléfonos; ante la acusación el imputado respondió que estos aparatos eran estrictamente para uso docente, algo poco creíble porque ¿para ejercer la docencia con quién? Ahora, para pasarlo en limpio, un ex agente de la Policía Federal de conocida trayectoria en empresas de la familia Macri asesora al Ministerio de Educación en una cuestión en la que debe ser un especialista ¿seguridad?, justamente aparece en su domicilio la tecnología para pinchar teléfonos, y justo en el momento que los docentes comienzan a denunciar que los inspectores de escuelas, en lugar de revisar el cumplimiento de los programas comienzan a recabar información sobre la afiliación y participación gremial de los maestros. Las conclusiones comienzan a caer por peso propio. Inequívocamente parece que estamos en las puertas de una pequeña agencia paralela de inteligencia que comenzó a sumar datos de los habitantes que no están de acuerdo con la gestión Macri.
Por todo lo expuesto, parece que algo huele mal dentro del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y en lugar de tomar una postura más clara y prometer las investigaciones del caso, caiga quien caiga, el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri juega a la realidad paralela y dice que no sabían que Ciro James había estado en la Policía Federal, que nunca trabajó en sus empresas y que seguramente es un infiltrado de la Federal para boicotear y sobotear el “alzamiento” (sic) de la Policía Metropolitana. Más allá de los exabruptos, las declaraciones de Macri quedan por tierra cuando el responsable de esta nueva policía, Osvaldo Chamorro, declaró ante el juez que en currículum presentado por Ciro James, aparecía su experiencia de 11 años en la Federal. Y lo de ser un simple aspirante a la Policía Metropolitana, se cae si se observan los cruces telefónicos de las más de 40 llamadas con el mismísimo Fino Palacios (¿habrán trabajado juntos en Boca Juniors?) cuando todavía estaba en funciones.
Ingresar en una realidad paralela, tratar de contar otra historia o desviar culpas, no son más ni menos que eufemismos para nombrar al verbo que circunda todo este caso: mentir. Los métodos utilizados por el gobierno de Macri no sólo hacen recordar a la dictadura sino que son gravísimos y deben ser investigados por la Justicia. Es en estos momentos que uno se pregunta si lo que se está viviendo es tanto más grave que la tragedia que desencadenó el juicio político a Aníbal Ibarra. Si se usa la misma vara, seguramente estaremos esperando otro juicio político.
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