"Nunca hubo un monumento de cultura que no fuera un monumento de barbarie. Y así como la cultura no está exenta de barbarie, no lo está, tampoco, el proceso de transmisión de la cultura. Por eso, en la medida de lo posible, el proceso histórico se desvía de ella. Considera la tarea de comprenderla como un cepillar de la historia a contrapelo" WALTER BENJAMIN

sábado, 10 de mayo de 2008

Contextos

Una tarde de julio de 2002, un profesor universitario le dijo al estudiante de periodismo que tuvo información del corralito un mes antes y gracias a eso pudo retirar sus dólares y no caer en la trampa pergeñada por Domingo Cavallo. En ese momento el alumno pensó lo bueno que hubiera sido saber con antelación de esto y así evitarle penurias a muchos de sus conocidos. Aunque el afán fuera el de una buena causa, entendió que le hubiera sido imposible acceder a dichos datos.
En el día de hoy circuló la información de que podía llegar a producirse un nuevo corralito financiero con el nombre de “Fondo Patriótico”; se dieron fechas tentativas y se explicaron pormenores de su implementación. También se dijo que la variante con la que se iba a desarrollar la operación tenía que ver con unos bonos totalmente carentes de sustento que se repartirían a los ahorristas. Aunque el nivel de detalles fue exquisito para cualquier hombre de noticias, algunas cosas empezaron a viciar de mentira y de maniobra política la primicia.
En primer lugar suena grandemente impreciso que un gobierno que guarda reservas en el Banco Central por más de cincuenta mil millones de dólares, apele a una maniobra de retención de capitales. Eso sería necesario si la liquidez de los bancos y del sistema financiero en general corriera serio riesgo de una crisis de liquidez. Para hacerlo más sencillo, al día de hoy, el Ejecutivo Nacional tiene reservas suficientes para hacerle frente holgadamente a más de una corrida bancaria.
Por otro lado, la información que llegó a manos de algunos hombres y mujeres de la Nación contó que las nuevas medidas se lanzarán el 25 de Mayo, la fecha estipulada por el gobierno para hacer un relanzamiento de la gestión. Pareciera muy poco inteligente volver a lanzar una administración y dar a conocer una medida tan impopular y que tan malos recuerdos trae a los argentinos. Si así fuera, los operadores políticos de la presidenta deberían dedicarse a otra cosa, eso es seguro.
Otra de las conclusiones que pudo sacar el periodista que tuvo la noticia en la mano es que, de ser verdad este rumor, ni él ni muchos de los que se hicieron de esta primicia se hubieran siquiera enterado. No se recuerda que demasiada gente haya recibido por mail la triste noticia de diciembre de 2001, ni mucho menos la oposición política.
Es realmente raro cómo se desarrollan las cosas, la situación de hoy no se asemeja ni por asomo a la de aquél fatídico fin de año. Con mirar los índices de desocupación, el bendito riesgo país, las inversiones desde el extranjero junto con la mirada de los entes económicos internacionales; se hace obvio que estamos insertados en un país donde la situación ha mejorado de manera sustentable. Ni el opositor más acérrimo puede negar esta realidad que nos toca vivir. Estando o no de acuerdo con la actual administración, eso no está en tela de discusión.
Los argentinos siempre hemos tenido una visión romántica sobre el pasado y más si tiene que ver con las luchas populares. Pasó con el 17 de Octubre, pasó con la unión generada en semana santa de 1987 aunque los resultados no fueron los esperados y pasa con el escenario protagonizado el 19 y 20 de diciembre de 2001. Si cada político de raíz popular soñó con emular su Plaza de Mayo a reventar, no es descabellado pensar que ciertos sectores enfrentados con las decisiones de la Presidenta, sueñen con producir su propia reyerta popular para lograr su destitución. Pero como no hubo dos 17 de Octubre de 1945, no habrá otro 20 de diciembre de 2001. Y la clave de esta afirmación tiene que ver con los contextos.
No están dadas las condiciones de deterioro ni de debilidad gubernamental para que se genere un corralito y una destitución presidencial. El contexto sociocultural de deterioro y fragilidad del Estado en el primer año del siglo suena a quimera en la Argentina de hoy. Si bien quedan muchos problemas a resolver y muchas soluciones por brindar en materia de inflación, redistribución y adecuación del crecimiento con justicia social, no hay ninguna coyuntura que indique hoy que vamos hacia un default económico ni a una corrida financiera. En este 2008 el contexto es otro, y el periodista que tenía la primicia en sus manos comienza a sentir que la exclusiva emana el funesto olor de la mentira. Por un lado siente el alivio de ver pasar una mala noticia, pero por el otro se mantiene la desazón de seguir sabiendo que la maduración democrática y la formación de un Estado de todos se encontró nuevamente herida.

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