"Nunca hubo un monumento de cultura que no fuera un monumento de barbarie. Y así como la cultura no está exenta de barbarie, no lo está, tampoco, el proceso de transmisión de la cultura. Por eso, en la medida de lo posible, el proceso histórico se desvía de ella. Considera la tarea de comprenderla como un cepillar de la historia a contrapelo" WALTER BENJAMIN

domingo, 25 de septiembre de 2011

La política del sí o del si


El idioma castellano encierra muchos misterios, demasiados laberintos y un sinfín de conjugaciones que lo hace uno de los idiomas más complejos para aprender. Particularmente a mí siempre me sorprendió la cantidad de palabras que se escriben igual pero conllevan distintos significados. Es tan traicionero el lenguaje a veces que puede descubrir a dos personas argumentando desde la misma palabra dos posiciones contrapuestas.
Sí como afirmación, sí como verdad que le da movilidad y sustento al mundo o simplemente sí como testigo de varias afirmaciones en las que se basa la realidad. Por otro lado el otro si, como condicional, como entidad de lo que podría llegar a ser, casi un intento de ficción ante una realidad, lo contafáctico.
La última campaña para las elecciones primarias y este incipiente comienzo de la cuenta regresiva hacia octubre, muestra algo bastante parecido a lo antes expuesto. Mientras Cristina Fernández de Kirchner (y cualquier representante del Poder Ejecutivo que busque la reelección con una gestión seria detrás) sólo se dedica a contar lo que se hizo, en qué situación recibió el gobierno y los desafíos que faltan por realizar. Tener por detrás la Asignación Universal por Hijo, los dos aumentos por año a los jubilados, las paritarias abiertas para los trabajadores, la extensión de la AUH para embarazadas; todas normas que no resisten la más mínima crítica. Y la oposición lo sabe.
Justamente en el otro lado se encuentra la dura tarea de la oposición de cómo enfrentar a un Gobierno que tiene tanta aceptación popular y tan pocas aristas para poder criticar o proponer un escenario superador. Solo la inflación y la inseguridad pueden ofrecer un poco de tierra fértil aunque la tarea que ya se realiza desde el Estado opaca un poco este nicho de mercado. Entonces ¿cuál puede ser la estrategia para esta campaña y elección esquiva? Básicamente aferrarse el SI sin acento y proponer otra historia. Generar frases como “Tenemos con que” de Duhalde, “un hombre distinto” de Alfonsín o “Soplan vientos de cambio” de Binner, no hacen más que abonar la teoría de intentar ofrecer otro país al que se está llevando adelante sin dar un verdadero motivo para hacerle frente a un cambio de algo bueno hacia el vacío de la incertidumbre.
En ese sentido, Alberto Rodriguez Saá o su alter ego “el Aberto” usó un teorema muy conocido en la política y bastante más rendidor (aunque los números no digan lo mismo) que es el de mostrar los aspectos positivos de su gobierno provincial, dejando la ventana abierta a replicarlos a nivel nacional. Aquí el si condicional adquiere un ampara del sí real de la gestión puntana.
A la luz de los resultados de las elecciones primarias, cualquiera puede hacer el análisis que las campañas de la oposición estuvieron equivocadas (tal vez a excepción de Altamira, que logró su cometido) pero se hace muy difícil tratar de generar un cambio en un gobierno que a priori tiene una buena gestión desde la campaña vacía de contenidos y llenas de slogans. Un votante opositor tal vez hubiera esperado un paquete de propuestas, la discusión de las mismas y que los convenzan de cuáles son las fallas del gobierno de Cristina y cómo mejorarlo. Tema por tema y voto por voto, algo que la política moderna pareciera haber olvidado.
Mientras tanto, se planteó una suerte de intento de universo paralelo, el si de “podría pasar otra cosa” pero sin profundizar si sería mejor o peor, ante el sí rotundo que se posa en la gestión realizada y no supo ser debatida. La campaña de la oposición fue una campaña de legitimación, en un lugar donde nada tenían que legitimar y todo tenían por hacer. Hablar del sí o no del si.