"Nunca hubo un monumento de cultura que no fuera un monumento de barbarie. Y así como la cultura no está exenta de barbarie, no lo está, tampoco, el proceso de transmisión de la cultura. Por eso, en la medida de lo posible, el proceso histórico se desvía de ella. Considera la tarea de comprenderla como un cepillar de la historia a contrapelo" WALTER BENJAMIN

jueves, 25 de junio de 2009

Mensajes de campaña



La objetividad no existe. El que no tiene la certeza, lo intuye y el que carece de ambas puede tender a descreer de las intenciones de alguna aseveración incómoda. Lo cierto es que nadie habla, escribe o mira objetivamente, sino que cualquiera de sus funciones mentales y motrices son el resultado de su historia, de su medio, de la clase social a la que pertenecen, su nivel de educación y las formas de proceder aprendidas desde niños. Para graficar mejor esta definición es necesario proponer un juego, juntar diez personas a ver el mismo hecho en una esquina y luego preguntarle a uno por uno qué fue lo que ocurrió. Para sorpresa del investigador, nadie contará el hecho con las mismas palabras y detalles. Es que las situaciones percibidas por los sentidos son primero conceptualizadas por el cerebro y luego pasan a ser contadas, por lo tanto esa percepción del mundo hace que el circuito no sea directo y mute en esa conceptualización.
Quienes se dedicaron a estudiar temas como este, han encontrado formas de comunicar de tal manera que, bajo ciertos términos al parecer inocentes, se pueden emitir mensajes de manera sesgada y sin tener la necesidad de hacerlos evidentes. En la presente campaña existen algunos de esos términos, en principio inocentes, que guardan algún mensaje que a simple vista no se detecta pero que el cerebro sí lo toma.
Un primer foco de análisis se puede centrar en las piezas publicitarias del PRO, que obedecen a la consigna de no agredir a ningún candidato y sólo realizar propuestas. Pero es curioso el caso del spot de la ex vicejefa de Gobierno, Gabriela Michetti, cuando describe a un hombre que le grita a uno desde la televisión ¿qué te pasa?¿estás nervioso? La obvia referencia al ex presidente Néstor Kirchner lleva otra connotación bien diferenciada: el mensaje equipara al diario Clarín con el hombre común al que está dirigido el mensaje. Por un lado plantar en un puesto de igualdad al diario con las personas y por otro presentar a Kirchner como el personaje horrible y gritón (buscan posicionarlo como autoritario) que vocifera sus maldades por televisión. Entonces aquí se avizora que la propuesta de no agresión del PRO, comienza su lento naufragio.
Por otro lado, y algunas de las declaraciones de la verborrágica Elisa Carrió también son plausibles de estudio. Más allá de contraposiciones ideológicas como “vamos a robar en la provincia” cuando la campaña de sus hombres en la Provincia de Buenos Aires orbiten alrededor de la honestidad y el cambio; el discurso del Acuerdo Cívico y Social (ACyS) comenzó a unirse al de su líder política para asemejar a Kirchner con la catástrofe, aunque en sentido contrario al candidato a diputado del justicialismo oficial. El ACyS habla de una devaluación de moneda y una crisis en consonancia con lo que ocurre en el mundo a partir de las elecciones, dejando la semilla de la discordia en el adelantamiento de las elecciones porque la situación no llegaba a la primera fecha estipulada en Octubre. Los comicios con antelación, más la explicación del Gobierno que no tiene una contundencia en el convencimiento de los motivos, hace que el escenario que desliza Carrió no parezca a priori descabellado su razonamiento.
Unión PRO tiene también una pieza publicitaria muy interesante, cuando el aspirante a diputado Francisco De Narváez (que también dice que no agredirá a ningún candidato de otro partido) dice: “Tenemos un plan de seguridad en contra de los delincuentes y no a favor”. Aparte de pensar quién instauraría un plan de seguridad a favor de los delincuentes, esta frase apunta directamente a una visión ideológica muy fuerte sobre el respeto a los Derechos Humanos que profesa el Gobierno. Respetar los procesos de los acusados y el principio de inocencia parece ser tomado como algo malo y que libera a delincuentes. Seguro que los argentinos nos debemos una debate sobre la seguridad, las leyes y el funcionamiento de la justicia, pero suena peligroso tratar de renunciar a algunos valores.
El otro punto versa sobre las propuestas. Si bien el Gobierno Nacional impuso agenda para que el 28 de Junio se plantee la disputa entre dos modelos de país, cada uno de los candidatos, sea del partido que sea, lleva propuestas mucho más abarcativas a la tarea que deben desarrollar en el Congreso. Se comienzan a extrañar los viejos proyectos con los que llegaban los políticos de los 80 a los debates televisivos, aunque en algunos casos esos discursos encierran las verdaderas aspiraciones que tiene cada uno de los personajes. Para algunos casos podemos dar nombre, apellido y cargo: Narváez quiere ser gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Kirchner va por la presidencia, Macri y Carrió lo mismo, Michetti quiere suceder a Macri en la Jefatura de Gobierno, para gobernar Buenos Aires también se anotan Alfonsín y Stolbizer y el mayor proyecto del oficialismo para la Ciudad de Buenos Aires, Carlos Heller también encierra un futuro de Jefe Comunal.
Existen muchos más casos, casi como publicidades se encuentran el televisión. Simplemente se debe tener cuidado con lo que uno habla, escucha o reproduce; porque sin quererlo o inocentemente puede estar siendo portador de un discurso que no quiere llevar o de intereses a los que se es ajeno.

sábado, 13 de junio de 2009

Cuando lo malo parece bueno



Una mañana, en cualquier colegio de educación media y orientación comercial, un risueño profesor de unos 50 años y una voz sacada de un dibujo animado se dispone a comenzar con las clases de contabilidad. Particularmente la del comportamiento del mercado y sus desviaciones. La dinámica de la oferta y la demanda, el monopolio, el oligopolio y el trust. La clase transcurría a la perfección hasta que uno de sus alumnos (tal vez el más sagáz) le preguntó cuál era la diferencia entre trust y multimedios, y por qué, si es una desviación de mercado y está mal, muchos hombres de negocios y políticos defienden este tipo de aglomerado de empresas; por lo menos eso es lo que dice el libro Contabilidad I. El profesor, visiblemente consternado, solo atinó a explicar brevemente las condiciones de la comunicación en la Argentina y a prometer una clase especial sobre la década de los ´90 y la incidencia del liberalismo financiero salvaje en nuestro país.
Más allá de declinar como periodista ante la afirmación que las preguntas de los chicos siempre serán las mejores, por esa carga de inocencia que los grandes ya no tenemos; el planteo de la situación presenta un ejercicio muy interesante para hacer en nuestras cabezas y meditar por qué necesitamos una nueva ley de medios en reemplazo de la antigua ley de radiodifusión.
No es menor decir que la ley de radiodifusión data de la época de la dictadura. En principio, dicha ley no cuenta con el sustento de una discusión seria realizada por los representantes del pueblo, sino por un grupo de personas que desde aquel gobierno de facto impusieron esta ley por decreto y sin ningún tipo de participación ciudadana. Esta falta de legitimidad que redea a esta ley de radiodifusión, obedece a que fue impuesta por un gobierno que no obedecía a la Constitución Nacional y moldeó la normativa para satisfacer sus propios intereses o los de grandes grupos empresariales que influían en la época. Un dato de este tipo echa por tierra cualquier intento de defensa de la presente legislación. Un dato para destacar es que hasta el día de hoy, según esta ley, el Estado puede admitir restricciones a la libertad de expresión al considerar que puediera atentar contra la seguridad nacional. En este caso, y abusando de la bastardilla, para muestra basta un botón.
Por otro lado existe una situación laboral demasiado impuesta en la Argentina de hoy, y es que gracias a la ley Dromi (esta sí promovida por un gobierno democrático, aunque muy sensible al poder económico de turno) la incesante concentración de medios en pocas manos ha desarrollado un grave recorte en los puestos laborales para periodistas, que vieron abaladas estas políticas por la lluvia de flexibilizaciones laborales propuestas por el gobierno menemista. Una ley que derogue esta modificación de 1989 propondría una mejor distribución del material informativo, un mayor índice de nuevos proyectos y un poco de libertad de mercado ante la competencia desleal de empresas que acumulan mucha información y poder para no permitir situaciones que pongan en peligro su hegemonía. Ya que ser el medio con mayor cantidad de público, otorga ciertos privilegios para los negocios.
Las nuevas tecnologías ocupan un papel fundamental en estos tiempos. Y justamente se suma la importancia de poder regular estos medios y brindarles un marco legal de acción, tanto como protegerlas para que estén en las mismas condiciones de los otros soportes de difusión de contenidos.
Y de la mano de nuevos proyecto y nuevas emisoras, o mediosque son adquiridos por distintas personas, no solo le dan mayor entidad y pluralidad de pensamiento a nuestra democracia, sino que producirá un incremento en la oferta ideológica para periodistas y lectores. Los periodistas tendrán un abanico mucho más grande de medios donde ejercer su actividad profesional, con mayores oportunidades para conservar su forma de ver las cosas y conectar con su público/lectores. Quienes los leerán encontrarán muchas más propuestas para elegir y hacerse una visión más acabada de la realidad, desde la escucha de distintas voces.
Todo esto redunda en mayor democracia, en la generación de nuevos puestos de trabajo, en más opciones para pensar nuestro presente, en una mayor y mejor libertad de expresión y en una fuerte constribución a fortalecer el Estado de Derecho. Que no quepan dudas de ello depende de las voces que se multipliquen para romper una hegemonía reinante que no se quiere ir. Porque como dijo este adolescene de la escuela media, lo que se está haciendo está mal, envicia el mercado y no tiene que ver con un gobierno de turno. La ley regirá mucho años más que quienes están hoy a cargo del Ejecutivo.

lunes, 8 de junio de 2009

El mito de la eterna juventud



Lo más importante de todo es estar siempre fresco. Un viejo publicista daba visiones de la realidad política de este tipo, mientras los más jóvenes miraban azorados a un hombre que tenía al público asistente siguiendo cada uno de sus movimientos y sus palabras sin recurrir de a una presentación de Power Point o sin siquiera tener una imagen detrás a la cual referir con un puntero láser. El veterano hombre de la publicidad (en este caso propaganda) afirmaba que para llevar adelante una candidatura se debía recurrir a los dos preceptos básicos de la publicidad, “lo nuevo y los chicos venden más que nadie”. Y pareciera correcta la afirmación de este anciano francés, ya que las ideologías y sus partidos deben pelear contra el paso de los años para mantener a sus propuestas frescas, del lado de lo novedoso y siempre desdeñando las viejas ideologías asemejándolas a la cultura jurásica.
Propongamos explorar esta vieja receta en la historia argentina con el correr de los años. De esta manera, se hace menester comenzar por los jóvenes hombres de la generación de 1810, que vinieron a insertar las ideas de la Revolución Francesa en nuestras tierras en detrimento del viejo absolutismo español que ya olía a naftalina. Aunque tenían claro que el apoyo a dicha revolución tenía el color del dinero inglés, ya que no se podía comerciar con aquel país por miedo a ser acusado de alta traición a la corona española. Pronto estas ideas sucumbieron ante el desorden y la crisis económica, que vinieron a sanear los grandes caudillos totalitarios, encarnados en aquel Juan Manuel de Rosas como el “restaurador de las leyes”. Su gobierno totalitario y violento, en concordancia con las épocas que vivíamos los argentinos; también pasaron a la antigüedad y la barbarie en dichos de los autodenominados liberales de la generación de 1880. Una vez más, pasaron 25 años de aquellos gobiernos democráticos para pocos y todos aquellos grandes transformadores y modernizadores de la Argentina, también cayeron ante el mote de conservadores. Otras voces nacionales e importadas de las oleadas inmigratorias europeas se hicieron presentes en el escenario político y les daban los primeros dolores de cabeza a la oligarquía que gobernaba el país y se enriquecían con el modelo agroexportador. Una nueva figura se hacía presente como actor de la modernidad y la industrialización, el obrero fabril. De la mano de este fenómeno comenzaron a florecer gobiernos populistas que tenían sustento en la gran cantidad de trabajadores fabriles que se multiplicaban en las grandes urbes del país. Ya instalado el voto secreto, universal y obligatorio; el fraude fue un protagonista menor en los años que vendrían.
A principios de los `70 comienza a popularizarse una nueva visión del Estado y su administración que, casualmente casi 100 años después renueva el nombre de liberales, amantes fieles de la liberalización del mercado económico y el control férreo de la política y de los ciudadanos. Lo curioso de este caudal juvenil era que se referían a los gobiernos populistas como “fascistas o fachos” en notoria referencia a los fascis di combattimento, el grupo de choque de Benito Mussolini, que dio origen a los grupos denominados camisas pardas.
Con la llegada del nuevo siglo y la sentencia final que el liberalismo desmedido y la obscenidad de un sistema financiero que llenó al mundo de una riqueza irreal que desembocó en una de las mayores crisis económicas de sus historia (aunque en Argentina los coletazos no se sientan demasiado), aquellos hombres que vendían un Estado eficiente y mínimo con respecto a la intervención económica, se convirtieron en viejos dinosaurios a los que se denomina justamente “fascistas o fachos”. Ahora, yo me pregunto ¿cómo llegamos a esto?
Dicho todo esto, utilizar palabras como renovador, agente de cambio, propuestas nuevas, la juventud que viene a cambiar algo o progresistas y desarrollistas; suena tan a viejo como las antiguas consignas de 1789 “libertad, igualdad y fraternidad”. En este mundo donde las ideologías se han cruzado tanto y la vieja tercera vía parece refuncionalizarse y ser en su versión moderna el paradigma a utilizar, hablar de modernidad comienza a sonar a viejo.