"Nunca hubo un monumento de cultura que no fuera un monumento de barbarie. Y así como la cultura no está exenta de barbarie, no lo está, tampoco, el proceso de transmisión de la cultura. Por eso, en la medida de lo posible, el proceso histórico se desvía de ella. Considera la tarea de comprenderla como un cepillar de la historia a contrapelo" WALTER BENJAMIN

martes, 23 de diciembre de 2008

EL BIEN COMÚN


Cuando las cenizas de diciembre de 2001 todavía no se habían apagado, muchos argentinos sentimos la necesidad de mirar hacia atrás y sondear todas las etapas de la vida nacional y buscar las distintas génesis de cómo habíamos llegado a aquella situación. El revisionismo histórico fue auge tanto en programas de televisión y libros, como en discursos políticos y actos partidarios. El transcurso de 10 años de modernidad e irrestricción de importaciones hicieron mella en una sociedad que tomó su cultura y su historia como aquellos electrodomésticos “made in Taiwan” que se tiraban ni bien comenzaban a fallar. La cultura descartable había llegado a su fin y era hora de recuperar el camino. Pero ¿cómo?
La primera conclusión versó sobre la falta de un proyecto nacional a largo plazo, un poco culpa de las constantes interrupciones militares y otro poco por la falta de predisposición de los gobiernos entrantes de seguir con el plan de quienes les dejaban el cargo. No hubo en el siglo XX la decisión política de proyectar un plan consensuado a futuro para que el país gozara de un proyecto nacional duradero, que tuviera en cuenta a todos los habitantes y se autoexcluyera de intereses partidarios o de clase.
Pero las antinomias son parte de nuestra cultura y no hubo lugar para esas opciones. Desde unitarios y federales, civilización y barbarie, liberales y conservadores, personalistas y antipersonalistas o aristocracia o la chusma, negritos, bárbaros, etc; nadie pudo resistir la tentación de dar un golpe de volante y hacer todo lo opuesto a lo que se llevaba realizado.
La otra conclusión que todo debimos sacar en aquellos primeros retoños de 2002 era que las urgencias que tenía el país no se lograrían eliminar con un mandato, o a lo sumo dos, sino que debería ser la consecuencia de un plan a una treintena de años como mínimo para comenzar a ver resultados. Y por esto se debe echar por tierra una tradición de casi 200 años de divisiones, y de proyectos de país totalmente contrapuestos.
La clase política no pareció haber asimilado este reclamo social y sigue buscando la ruptura, cuando en realidad la búsqueda debería ir hacia el consenso. A partir de la derogación de la normativa 125 en el Congreso, la mayoría de las leyes que avanzan sobre este nuevo modelo de país a largo plazo que tiene en mente el gobierno, pasan por el Poder Legislativo para darle fuerza de ley. En lugar de ampliar la discusión hacia los ciudadanos y así darle mayor participación a esta democracia indirecta, los políticos de las minorías que no están de acuerdo con las leyes promulgadas bañan de intereses partidarios o de mayorías automáticas las mismas leyes que por una supuesta rebeldía no votan ni discuten.. Con eso le restan aquel apoyo que hace que la ley sea respetada y doctrinada; el sustento de que son el fiel reflejo de las personas que gobiernan mediante sus representantes.
Mucho se habla al día de hoy de un proyecto nacional y popular, algo que la actual administración lleva adelante como premisa principal. Pero la lucha no solo está reservada al sistema político, la sociedad no siempre suele mostrarse con la virtud que debería hacerlo. El cambio se debe profundizar a nivel cultural y dejar de lado viejos pensamientos y maneras de operar que nos vienen heredadas de los 90 y del fatídico menemismo. Esto también será cuestión de tiempo y de saber elegir. De entender que lo principal no son los intereses de clase o personales sino comenzar a pensar en unas palabras que hoy solamente asoman en algunas bocas o en algunas actitudes: el bien común. Ese que algún día hará un país más justo, más equitativo y donde todos tengamos las mismas herramientas para vivir; desde la educación, trabajo y salud, hasta oportunidades de capacitación y progreso social. Esa va a ser la mejor inversión para un proyecto nacional y popular.

lunes, 15 de diciembre de 2008

La infancia de la democracia


Son muchas las alegorías a la democracia que se han hecho esta última semana. No era para menos, es la primera vez, tras un siglo XX lleno de interrupciones militares o fraudulentas, que se cumplen 25 años ininterrumpidos de este sistema de gobierno. Se han escuchado a muchos hablar de una construcción colectiva para la maduración de la sociedad en democracia y el fortalecimiento de las instituciones. Incluso se ha repetido hasta el cansancio la famosa frase de Churchill que rezaba: “La democracia es el sistema más imperfecto del mundo, excepto todos los demás”. Pero no siempre la democracia fue reconocida como esa fuente de infinita virtud como se proclama en nuestros tiempos, ni siquiera tuvo que ver con la libertad o la igualdad como se nominó en su reencarnación moderna. Se puede decir que la democracia tuvo una infancia difícil.
Para buscar los orígenes de la democracia es necesario remontarse a la antigua Grecia. Los primeros ciudadanos se encontraban en el Agora (una especie de plaza central de las ciudades) y allí definían a mano alzada todas las iniciativas presentadas para su gobierno. Este ejemplo de democracia directa no era tal, ya que bajo las manos alzadas de quienes eran considerados ciudadanos se encontraban los esclavos que no gozaban de una libertad democrática, las mujeres a quienes no se les pasaba siquiera por la cabeza ejercer el derecho de elegir y tampoco todo hombre que no fuera jefe de familia o no era habilitado a votar. Es decir que la cuna de este sistema se vio viciado por la esclavitud, la aristocracia y la desigualdad como algo totalmente aceptado por la sociedad.
En su segundo nacimiento, una especie de reencarnación en la era moderna, la democracia se vio inmersa en la convulsión de la Revolución Francesa. Por una lado, se encontró con una nueva era económica basada en el poderío de la burguesía y los primeros intentos de establecer un mercado. Esta coyuntura provocó que las tres palabras que funcionaron como el lema de la revolución como Libertad, Igualdad y Fraternidad, sufriera una fisura ni bien iniciada en los caminos de la política contemporánea. Porque a mayor igualdad de oportunidades entre los ciudadanos, mayor intervención estatal para que así sea y determina una menor libertad. De la misma manera si un Estado se retirara de la contienda y dejara en libertad las acciones individuales, la igualdad se vería hecha añicos ante la intervención de la mano visible del hombre.
Por el otro lado, la novel democracia tuvo en su primera experiencia fuera de la monarquía francesa con un baño el baño de sangre que le infundió la era termidoriana a quienes consideraban del antiguo régimen. Algo así como cortar de raíz a todos los participantes del gobierno totalitario, para empezar un nuevo sistema que terminaría en un primer fracaso. Y todo en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Los hechos de mediados del siglo XX, donde varios presidentes constitucionales cometieron atrocidades en la Europa central de aquella época, sumados a los presidentes de nuestros tiempos que en nombre de la democracia occidental y la libertad han ordenado el bombardeo de países y la muerte de miles de inocentes; todos comenzamos a preguntarnos si es la democracia el sistema correcto para vivir en libertad y en la plenitud de sus derechos.
La democracia por si sola nos muestra una estructura de relaciones a la que se debe llenar de contenidos. Este sistema fue permeable a las distintas épocas y los distintos políticos no por ser imperfecto, sino porque no es una fuente de valores o formas de comportarse; todo eso lo debe emanar la sociedad y estar atenta a los cambios de ética y valores que se dan constantemente. Es por esto que no se debe echar culpas a la democracia de todos los males que nos aquejan, ni endiosarla hasta la alineación cuando se cumplan los muchos años más que esperamos vivir en democracia. La verdadera democracia es construida entre todos y con los actos más inverosímiles. La responsabilidad es nuestra y debemos trabajar para que ese esqueleto se nutra de valores y doctrinas que nos nutran a la vez a todos como sociedad.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Las caras de la verdad


La verdad suele tener varias caras. Cuando transcurría la guerra fría y Europa era rehén de las dos superpotencias que amagaban con terminar con el mundo en una explosión nuclear, muchas miradas solían concentrarse en el muro de Berlín. En lugar de alzar la voz contra ese vergonzoso monumento de la incoherencia humana, las grandes cadenas de noticias solían concentrarse en historias de personas que quisieron cruzar el muro y terminaron con sus vida en el intento o qué televisión miraban las familias de las dos Berlín según el reloj que mostraba la pantalla de la parte oriental o la parte occidental alemana.
Aquella historia, o su mecanismo para ser más exactos, se ha repetido por mil a lo largo del devenir de la política moderna. El crecimiento de los medios y su bombardeo a diario en la cabeza del ciudadano común generó nuevas formas de planificar la comunicación para obedecer a ciertos intereses. La consigna es clara, la versión que más rápido salga, será la que tendrá un carácter de verdad más fuerte que una segunda, aunque sea la realidad irreductible. De esta misma manera, la concepción de “crear agenda” sobre un tema se ha convertido en una herramienta vital para un político que quiera sobrevivir en el ejercicio del poder; ante cualquier problema de gestión, salir a hablar del tema solo rozando el verdadero centro de la polémica puede hacer desviar las miradas y reducir el impacto que un error fatal de administración a la nada. Ya que si los medios no lo muestran, no existe.
Hoy en día, esta forma de comunicar esta siendo utilizada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a veces para maquillar falencias graves en la gestión y a veces para hacer mirar a la sociedad hacia otro lado mientras se cocinan negociados espurios.
En los últimos meses, más allá de ciertas muestras de incompetencia o decisiones preocupantes en áreas fundamentales de un gobierno comunal como son la salud y la educación, el propio jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, salió a brindar conferencias de prensa ante un tema puntual de su gestión done se lo ve tirar una especie de fuegos de artificio para que la discusión se dispare hacia otro lugar. La primera gran bengala que fue la idea de no atender a las personas que llegaran a los hospitales públicos porteños desde otras partes del país, para ocultar en realidad la falta de suministros que aqueja a todos los nosocomios de Buenos Aires. Sumado a la falta de reposición de cargo que quedan vacantes y la falta de mantenimiento edilicio.
Otro punto fuerte de la gestión de este accidentado 2008 fue la brutal represión policial a los maestros que quisieron instalar una carpa y sufrieron heridas y contusiones. Tras lo hechos, Macri tomó el micrófono de la conferencia y habló de la falta de diálogo de los maestros y del recort de clases que iban a sufrir los chicos porteños ante los paros. De la represión ni una palabra. Jugada discutible la del jefe de gobierno, quiso mostrar a los maestros como ambiciosos a los que nada les importa la educación de los chicos, y al no responder sobre la represión hizo como si esta no hubiera existido o no le dio ningún tipo de gravedad.
Los negocios espurios se están haciendo carne al día de hoy. En contraposición a lo prometido en su plataforma electoral que decía exactamente: “Prolongación de calles existentes y aperturas de nuevas calles de manera que las ambulancias, la policía, los bomberos y los recolectores de residuos puedan transitar libremente”. Lo que está pasando hoy en la Villa 31 contrapone muy fuerte a lo que se prometió en la campaña. Pero ante los corte de la autopista Illia por parte de los hombres y mujeres de este barrio pidiendo por un plan proyectado por la Universidad de Buenos Aires que mucho tenía que ver con esta promesa, Mauricio Macri salió a decir que estaba preocupado por los posibles problemas de derrumbe que tenían las casas que crecían hacia arriba. De la urbanización y de las calles no tenía noticias o no quiso tenerlas; mientras corrían las denuncias de los negociados paralelos para instaurar un shopping y varios edificios millonarios sobre esa zona, una de las más caras de Buenos Aires.
Miente que algo quedará, la frase es antigua y siempre la escuchamos cuando de política se habla. Pero regar a la ciudadanía de mentiras o de verdades a medias puede atentar contra la propia administración de quien lo hace. Algo similar pasó en 2001, cuando un presidente decía que Argentina crecía mientras el país entraba en una crisis terminal. No hace falta recordar cómo terminó ese gobierno.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Algunas consideraciones sobre el fin de las AFJP


Desde tiempos remotos, las personas mayores eran tomadas como la fuente de sabiduría para resolver los inconvenientes que pudiera tener la sociedad. Por la primitiva y sencilla razón que ellos habían vivido más tiempo y pasado situaciones tal vez similares, era en la sabiduría de estas personas en quien descansaban las relaciones sociales. Con la llegada del sistema capitalista de acumulación, la valoración cambió de manos, la ponderación de la sociedad pasaba por la producción y la acumulación y estas mismas personas mayores fueron marginadas poco a poco por su falta de aptitud para producir. Ya no eran personas industrialmente activas, por lo tanto eran una carga. No era de extrañar entonces que la jubilación (viene de la palabra júbilo = fiesta) fuera tomada como una carga social y una pérdida.
Aunque la jubilación no sea un regalo, porque los hombres y mujeres hacen un aporte de su sueldo al sistema que luego los cobijará, las concepciones de los sistemas de la economía mundial también calaron hondo en cómo ver esta instancia de la vida laboral. Por un lado se presentaba el sistema de solidaridad transgeneracional donde los trabajadores activos de hoy no hacían más que sostener, mediante sus aportes, a los pasivos actuales, a la espera que en el día de mañana sea igual. En el otro rincón se erigió el sistema de capitalización, que como justamente la palabra lo dice, abrazaba la idea de acumular dinero en una cuenta personal para cuando un individuo se jubile y pueda disponer de ella en cómodas cuotas.
Tras estos últimos días, la Argentina vivió una fuerte discusión por el destino de los fondos jubilatorios. La falacia fue inaugurada por algunos partidos opositores de hecho (es decir que sólo se oponen) al configurar el proyecto de volver el sistema de jubilaciones y pensiones a la órbita del Estado como un saqueo del dinero de la gente para hacer campaña procelitista o negociados poco claros. Cuando en realidad la discusión no se disparó hacia el lado de las empresas privadas (AFJP) que fueron los grandes responsables del saqueo del dinero de todos los que aportaron a ese sistema y vieron recortados esos aportes por comisiones siderales o caídas de rentabilidad en las que todos participamos de las pérdidas, pero no siempre de las ganancias. Entonces surge una pregunta automática ¿Cuál fue el sistema confiscatorio entonces?
Por otro lado, es preocupante el corto plazo al que se está acostumbrando a analizar la coyuntura política. La falta de debate a la que se está acostumbrado hace que el ciudadano medio sólo guste de repetir lo que escucha o lee, sin hacer un análisis profundo para el que solo necesita el sentido común. En este punto, si el sistema jubilatorio pasa a ser administrado por la Anses que depende del Poder Ejecutivo y cualquier ciudadano no está de acuerdo con las personas que lo integran en este momento, tiene que tender a pensar que la democracia permite justamente que cada 4 años todo el país se reúne en las urnas y puede elegir a un candidato de signo político distinto. Por lo tanto, si es una maniobra política como la acusan, podrán votar a otra persona y configurar un Estado más apto a su entender.
La sanción de la nueva ley que instituye el SIPA (Sistema Integrado Provisional Argentino) terminará por instaurar cambios que a la luz de la sociedad serán bienvenidos. Por un lado la fuerte suba en sus haberes que sentirán aquellos que se jubilaron por AFJP (alrededor de 400.000) que redundará entre los 100 y los 250 pesos a partir de enero. Por otro lado el proyecto para integrar al SIPA a los trabajadores en negro, para que puedan acceder a una jubilación mínima, inferior a la de los aportantes en blanco, pero jubilación al fin. Y por último pero no menos importante, si la Anses estaba dando ganancias antes de este aluvión de aportes que llegarán de parte de todos los trabajadores activos, el superávit que dé esta repartición será incluido en los haberes de los jubilados para que poco a poco empiecen a sentir que con ese dinero son integrados a los sociedad y no sesgados como una maquinaria inútil. Pero para esto no sólo se necesita un Ejecutivo al mando de la administración de los fondos con transparencia, sino de una oposición que ejerza su trabajo y no sólo se dedique a dar conferencias de prensa o crispar la atmósfera social.
Democracia es inclusión y esa es la fuente de todos los objetivos de una sociedad que busca la mayoría de edad como la argentina. Es por eso que esta nueva medida, como mínimo tiende a arrancar una sonrisa a los habitantes de nuestro país. El tiempo dirá lo suyo.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Coalición Cívica Radical


¿Una nueva Alianza? La tentación de ponerle nombre a este tipo de frentes se vuelve casi imposible de reprimir. Sin embargo, el péndulo de la historia hace incurrir en la falacia de echar mano a una situación política del pasado, darle nuevo sustento y resignificar una convergencia ideológica. Pero lo que cambia de una época a otra es la coyuntura y el contexto; dos instancias que deben ser leídas milimétricamente para no caer en la desidia.
Mucho se está hablando en estos días de la reunión mantenida por el titular del radicalismo, Gerardo Morales y la presidenta de la Coalición Cívica, la verborrágica Elisa Carrió, con miras a completar un frente electoral anti kirchnerista para el 2009 junto con el Partido Socialista y posiblemente el cobismo. El lanzamiento de una Alianza, que remonta las memorias a aquella unión de uno de estos protagonistas con el Frepaso allá por 1997 y que naufragó con el final de la presidencia de Fernando De la Rúa en diciembre de 2001. Aunque sean similares algunos actores, las diferencias se erigen muy claramente.
Aquella unidad con miras a la elecciones presidenciales de 1999 tenía dos patas bien definidas e históricamente antagónicas, ya que si bien ambos se evidenciaban como opositores, el Frepaso estaba integrado por peronistas disidentes. Los cortocircuitos con los hombres del partido de Alem eran cuestión de tiempo. El objetivo central de la Alianza era terminar con la hegemonía menemista y proponer un cambio del que no se tenía un horizonte concreto. Al diluirse el enemigo en 1999 con el triunfo en las urnas, la falta de objetivos se hizo notar y las grietas entre unos y otros se convirtieron en abismos. Acto seguido la renuncia del vicepresidente y líder frepasista Chacho Álvarez, y fuga en helicóptero de Presidente radical.
Las cosas hoy difieren en cantidad y en calidad. El futuro frente a formar presenta dos cúpulas radicales y la participación de un socialismo fortalecido por la victoria de Hermes Binner en Santa Fé. El tercero (o cuarto) en discordia es otro radical que dejó las filas de su viejo partido para sumarse a las del oficialismo, que voto no positivo mediante hoy deja a Cobos fuera de cualquier participación en el seno del poder. Es decir que en este caso hay una formación en común entre la mayoría de los integrantes de este futuro frente. El socialismo, mas allá de la intención de integrar este espacio, busca desesperadamente la identidad que tantos años de participación en otros espacios fueron erosionando.
Por otro lado no parece que la convivencia de Carrió con sus ex correligionarios sea una tarea sencilla de realizar. Más allá del fin común de neutralizar un posible segundo mandato de Nestor Kirchner, las personalidades fuertes pueden chocar y echar por tierra mucho tiempo de trabajo.
Otro punto polémico es el acompañamiento que tendría este frente desde la ciudadanía. Si bien estamos ante una sociedad que se definió claramente a favor o en contra del gobierno al calor de la votación de la normativa 125, pasados 4 meses de aquella mdrugada, la gestión del gobierno nacional ha cosechado mas consensos que rechazos en la opinión pública. Más allá de los reclamos por la inseguridad o lo inquietante de la economía derivado del contexto internacional, no se visualiza un electorado fuertemente enfrentado al Poder Ejecutivo, como lo era en aquella Argentina de fines de los ’90.
Ética, República y Justicia Social. Esos son los puntos fundamentales en los que se quiere construir esta nueva alianza, sin embargo se debería poner especial énfasis en las formas de gobernabilidad. Un problema que a la Unión Cívica Radical la viene aquejando desde principio del siglo pasado.

domingo, 26 de octubre de 2008

Ideologización negativa


Una ciudad como megáfono de los que pasa en un país. Una falicia que la mayoría de las megalópolis de construcción centrista suelen tener. Es así como en Sudamérica se erige la gran ciudad que toma la representación tanto cultural como social y política de un país, que no siempre presenta las mismas características.
Es el caso de la Ciudad de Buenos Aires, destinataria de los recursos y los odios de muchas otras ciudades del país. Puerta de entrada histórica para el comercio, la inmigración, los idearios y producción, de la mano del viejo puerto y los trazados ferroviarios; sigue con esa tradición hasta el día de hoy con el diagrama de las rutas aéreas y los accesos terrestres de vialidad.
Pero el abismo no es sólo económico, la cultura que se manifiesta en la Ciudad no coincide para nada con la que se puede observar en el resto del país. Aquella Buenos Aires que miraba más a Europa que a las propia entrañas de la Argentina, fue una caracterización que lleva ya dos siglos de vida, desde aquella “Civilización y Barbarie” de Domingo Faustino Sarmiento y su método para copiar los mejores ejemplos de la cultura anglosajona y francesa. Es decir que en su formación cultural, tampoco fue fiel reflejo del país que la alberga.
Otra característica definitoria para construcción de Buenos Aires se adscribe a las incidencias de cualquier megalópolis que sufre de superpoblación, con todos los males que ello conlleva. Es así como una gran ciudad donde existen problemas de inseguridad y de límites al espacio, la propiedad privada tiene un lugar preponderante en la agenda de sus habitantes. Esto también propicia una derivación en la ideologización política, otra característica en la que la Ciudad no coincide en nada con el resto del país.
Así es que siempre se hizo muy difícil la definición idelógica de la Ciudad de Buenos Aires. En principio, había una clase social dominante que ejercía casi a su antojo el poder de dicisión ciudadana, relegando a la clase trabajadora que no contaba con ningún tipo de voto sobre su destino. El acceso de los argentinos al voto secreto, obligatorio y masculino de 1816, presentó a esta clase social lista para tomar decisiones sobre el gobierno y tratar de conseguir sus propios representantes. Por otro lado, el ascenso de millares de ciudadanos y la constitución de la clase media que integró el país hasta los alrededores de 1990.
En épocas de bipartidismo, y en contraposición con todo el país, la vieja Capital Federal fue un bastión radical indiscutible frente a un peronismo que arrasaba en las urnas nacionales. Luego fueron los partidarios del Frepaso quienes tomaron la posta del alicaído partido de Alem y se hicieron de los votos de la Ciudad. Por último y con la constitución sancionada, los Jefes de Gobierno alternaron entre estos dos partidos, hasta que el Pro de Mauricio Macri se hizo del gobierno porteño. Esta historia lleva también un dato concreto: el peronismo sólo ganó una elección a diputados en toda su historia como partido en la Ciudad de Buenos Aires. Netamente antiperonista, la ciudad no tuvo un lineamiento ideológico sostenido y siempre se debió clasificar en contraposición al justicialismo.
En los últimos tiempos, la cercanía y el compartir espacio con el gobierno nacional (el cuál también perdió en el distrito las elecciones a presidente por más del 10%) hizo que muchas de las medidas adoptadas por el gobierno justicialista de Cristina Fernandez de Kirchner hayan crispado más de un ánimo y una parte de los porteños fueran usados como carne de cañón para defender intereses que no hubieran apoyado en otras ocasiones o en otro contexto.
Buenos Aires sufre de ideologización negativa. El problema puede llegar a presentarse cuando el voto negativo hacia un partido lleva a elegir a un partido poco preparado para gobernar; algo que hoy personifica el Pro y Mauricio Macri, el mejor ejemplo donde la inexperiencia se transforma en ineficiencia. Prueba y error. Tal vez esa sea el camino que dasanda Buenos Aires para encontrar su ideología y su espacio en Argentina. Un camino que siempre se presentó a contramano y que algún día espera encontrar su rumbo.

viernes, 17 de octubre de 2008

El medio Pelo


La sensación de incomodidad siempre se palpa en el ambiente. Basta con que una buena conversación del tiempo o de cosas triviales sea atacada por los nubarrones de la discusión polítca. El horror se adueña de las caras y el silencio se lleva las voces de los participantes de la oratoria. Y se escuchan frases de sorda reproducción como: “No hablemos de política porque siempre es para lío” o “La política es sucia, por lo cual yo no me meto”. Una fórmula socialmente aceptada para justificar la inacción social y las pocas ganas por contribuir a mejorar algo que pertenece a cada uno de los habitantes de una sociedad. Una especie de letargo sin fin a la espera de soluciones externas a problemas propios.
La sensación de la sociedad adormecida se palpa en cualquier parte. Anibal Ford lo describía de manera exacta cuando hablaba de que “los argentinos nos pasamos el tiempo discutiendo en los bares sobre si teníamos o no las avenidas más ancha y más larga, en lugar de darle espacio a los debates que necesitábamos como sociedad y los que nos hubieran ayudado a crecer”. Tal cual la descripción de este mal del avestruz, pero tan bien utilizado por gobiernos de turnos para desviar la atención hacia prácticas sociales adormecedoras, cuando por ese otro lado se cerraban negocios de dudosa popularidad en el seno del poder.
Sin embargo el descrédito hacia lo político ha llegado a situaciones tan terribles como la demonización de los cuadros políticos en formación. Cualquier militante juvenil de un partido político es visto como la carne de cañón de algún hombre que busca realizar sus intereses espúreos mediante esas pobres víctimas. Se lo margina y no se le permite comentar el trabajo realizado o las ideas que flamean en ese cerebro que piensa y que también está enrolado bajo una bandera partidaria.
El contexto donde se ubica a las organizaciones de masas populares también lleva una figuración social histórica. Una suerte de descalificación pseudointelectual hacia este tipo de militancia por no considerarlos lo suficientemente inteligentes para no ser manejados. Historicamente obedece a la tradición argentina de las clases altas ilustradas que vieron con terror cuando esa horda de trabajadores tomaba las calles para una protesta o la comunicación en Plaza de Mayo con sus líderes, en ese momento encarnados en Juan Domingo Perón y Eva Perón. Esas formas despectivas se transformaron en los denominados piqueteros que, dicen desde las clases medias, se movilizan por las promesas de ayuda monetaria antes que por valores o ideología.
Muchos pensadores abordaron esta idiosincracia, pero nadie como Arturo Jauretche que los bautizó como el Medio Pelo Argentino. Reproductores de consignas vaciadas de contenido, postulados que solo buscan la pertenencia a una clase y la perpetuación de ella en el tiempo, palabras que no decían nada y siguen sin decir. Negación a hacer política cuando con cada movimiento, gesto o palabra que expresan se vea un acto político bien definido como representante de su grupo de pertenencia; incluso cuando se mire a otro lado o se busque una alternativa para esquivar la charla política.
La falacia de creer que lo que se manda al cajón del olvido no existe, se vuelve siempre problemático cuando esas situaciones explotan. Vivir en la falacia del 1 a 1 nos generó un 19 y 20 de Diciembre de 2001. Participar en política no es ensuciarse, está muy lejos de ello. La participación debe volver a ser asociada con las ganas de hacer un cambio que nos beneficie como sociedad. No en contra de alguien, sino a favor de todos. Esa es la consigna a aprender.

martes, 14 de octubre de 2008

El olvido de la modernidad


Ya nada fue lo mismo. Esas calles y esas rutas sufrieron la nostalgia de otros tiempos donde se vieron colmadas de personas, incitadas por las arengas del orador de turno. Una parte de la sociedad tomando la lucha como propia pareció cosa del pasado en esta última semana. El mundo, ese lugar de donde pueden aparecer noticias increíblemnte buenas o desastrozamente malas ha dado su veredicto, crisis financiera. De pronto la coyuntura se puso funesta y el vencedor de la contienda debió chequear dónde estaba la mano de su otrora contendiente para lograr sobrevivir, o por lo menos, intentar palear una situación a la que se llegó por falta de visión a largo plazo.
Parece mentira que en tan solo tres meses el mundo haya declarado una crisis internacional, ver día a día cómo se caen las bolsas más poderosas del mundo, observar el mecanismo por el cual los creadores del neoliberalismo dan rienda suelta al intervencionismo estatal, y cómo el hombre abandona las causas que había tomado como propias. La realidad a veces nos lleva puestos y nos inserta en una vorágine difícil de seguir y reacomodar, ya sea esta la empírica, la de libre acceso o la de los medios.
En estas épocas donde se transitan límites, se hace muy complicado hablar de pertenencias a una época, de paradigmas y cambios de paradigmas, o designaciones de nombres, porque inclusive eso mismo muta a tal velocidad que uno no lo puede dominar. Hablar de post modernidad suena a viejo, de Edad Contemporánea a nivel histórico también; más bien podríamos hablar de una transición o bisagra hacia un nuevo estado de las cosas, donde la velocidad será la clave de las relaciones. Y para leer bien la realidad se debe acusar recibo de que los cambios en una sociedad o a nivel mundial. Algo que pasó hace un mes puede ser viejo.
Esa, al parecer, fue la doble lectura errónea que la tan mentada Mesa de Enlace. Por una lado confiar en que una nueva instancia del lock out patronal generaría el acompañamiento que tuvo tres meses atrás. La asistencia a los piquetes al costado de las rutas (prometieron no cortarlas, aunque lo hicieron por pequeños lapsos de tiempo) y la puesta en marcha de la no comercialización de granos hizo que el humor social empezara a ver mal esos mecanismos. Una cosa era cortar la la circulación para que no pasen los vehículos, y otra muy distintas es pararse en la ruta, frenar a los camiones y dejarlos pasar o no según la carga que lleven en sus acoplados. Sin bien esta maniobra fue realizada en algunas etapas del lock out anterior, no fue tan evidente como ahora puesto que era la única forma de protesta.
La otra realidad que se vio con miopía desde la Mesa de Enlace fue el contexto internacional. Entre marzo y julio de este año, la sensación que se vivía es que el mundo seguía creciendo y que la Argentina hacía lo propio. La cosa cambió brutalmente con la fuerte crisis del sistema financiero que hizo onda expansiva desde Estados Unidos hacia el resto del mundo. Esto sumado a la baja del precio internacional de los commodities (soja, trigo, maiz, etc por tonelada) y que con una normativa 125 hecha ley, hoy todos y de manera escalonada, estarían pagando un porcentaje mucho menor al 35 % fijo al que están tributando en este momento y buscan bajar.
Y por último en el horizonte aparecen los medios, actores centrales de la magnificación o la minimización de un evento. Es tan importante su papel que le da existencia o no a un hecho. Ese fue el caso de la nuevamente instalada carpa del campo en la Plaza de los dos Congresos; ante la falta de una cámara que le diera protagonismo, muy pocos supieron que estuvieron allí. Si nos remitimos a hace cuatro meses, la presencia fue multiplicada por canales de televisión, radios y medios gráficos. Hoy, que las cámaras y los grabadores le dieron la espalda, parece que ese asentamiento de protesta no hubiera existido.
Veloz y voraz. Eso hace el transcurso del tiempo en las sociedades de estos días, por un lado la aceleración con la que se vive y la acumulación de información sin límites que desplaza a la otra; mientras que por el otro, son esos mismos eventos que se producen y reproducen a tanta velocidad, que se fagocitan a lo ocurrido anteriormente, generando una escala interminable de desmemoria colectiva. Hoy, los hechos de hace 4 meses parecen enterrados en el olvido, la sociedad le dio la espalda a los mismo actores que los tuvieron en vilo. Ya no habrá lugar para muestras de fuerzas, esta última semana les enseñó a los representantes del campo que deberán arreglar este problema en reuniones con el Secretario de Agricultora y ya no más en las rutas.

sábado, 4 de octubre de 2008

Realismo mágico financiero


El sistema financiero mundial está en boca de todos y la mayoría reproduce el mensaje recibido sin entender lo que realmente significa. Palabras como la economía real o ¿una ficticia? se han desplegado por cada rincón del planeta sin ocultar la dimensión y la gravedad de una situación que ha comenzado su colapso. Pero toda historia tiene un principio, y para conocer e interpretar un presente, es menester bucear su pasado.

La génesis del sistema financiero se puede rastrear hasta la Inglaterra post Revolución Industrial que tuvo la necesidad de hacer alguna inversión o simplemente "hacer circular" el dinero excedente del comercio exterior que había sabido conseguir. La mejor forma de darle curso a esa riqueza y, de paso incrementarla, fue la colocación de créditos a tasas suntuarias en los países que comenzaban a desandar el camino de la independencia y la construcción nacional. El capital prestado implicaba un interés que reproducía a las divisas entregadas en el corto plazo, sin pasar por el sistema productivo y la creación de valor agregado de un bien. Es decir que las divisas se incrementaban sin hacer absolutamente nada por generar riqueza de bienes. Muchos años después el sistema financiero se fue complijizando, y lo que en principio era un simple empréstito, fue mutando en bonos de deuda pública que cotizaron en las bolsas de valores que fueron surgiendo en el mundo, fondos de inversión y acciones que las empresas emitían para obtener dinero fresco a cambio de un compromiso de pago futuro. Esa es la clave de todo sistema financiero, la confianza de que siempre los implicados en la transacción van a pagar las cuentas.

Esta fórmula para crear un sistema económico de la nada y que no produce ni genera riqueza tangible, generó un nivel de divisas sin un sustento en los bienes que deberían respaldarlo. Si la suba del valor accionario de una empresa depende de la decisión de un hombre y no de una generación tangible de riqueza, los límites de la economía real son sobrepasados y el control queda en el plano del autocontrol; una habilidad que todavía los seres humanos no aprendimos a dominar del todo.

Tras la fuerte suba del petróleo en los años 70, el dinero excedente de la renta petrolera volvió a generar una necesidad de colocación de capital. Esta vez existían cientos de países en vías de desarrollo con las imprentas listas para emitir bonos y hacerse de ese dinero que aliviaría algunos aspectos deficitarios de sus economías. Ahora sí que la alarma a nivel mundial empezó a sonar, el dinero que se decía circulante estaba siendo varias veces mayor al que en realidad había y si todos tuvieran que mostrar en billetes el dinero que decían tener, el mundo presentaría quiebra.

Lo cierto es que el autocontrol no surtió resultados y los mecanismos de control del sistema fueron casi nulos. El concepto de libre mercado que era la consigna principal del mundo financiero, fomentó una rueda sin fin donde A le debe a B y B le debe a C y C tiene tomado un crédito de A. También se complejizaron los productos financieros hasta el punto de generar bonos ligados a las hipotecas que hoy hacen colapsar la economía estadounidense. Es decir, atar una inversión a que los tomadores de créditos inmobiliarios paguen sus compromisos, puede llegar a ser una tarea riesgosa si esos deudores no realizan sus pagos, más allá de las circunstancias por las que no lo hacen.

Es por eso que se usa la metáfora de una burbuja que se pinchó. El sistema financiero es realmente una economía irreal, que nada tiene que ver con generar más riqueza mediante el trabajo o la producción de bienes, que es lo palpable para hacer al verdadero crecimiento de un país o grupo de ellos. Para que una sociedad funcione son necesarios ciertos bienes y servicios indispensables que el sistema financiero no produce, porque no produce nada. La unión con otras naciones, la complementación de la producción y la multilateralidad son consignas que sí pueden sumarle una mejor calidad de vida a los integrantes de un pueblo. Porque si alguien concentra tanto capital ficticio, quiere decir que en alguna otra parte del sistema económico real está sufiendo las consecuencias de ello y se está empobreciendo. Y eso no es un índice que sube o baja, es de carne y hueso.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Lo viejo y lo tradicional


La melancolía es una de las adjetivaciones que más nos definen a los porteños. Esa suerte de añoranza de todo pasado mejor, instaurada en la humedad de sus calles y sus viejas tradiciones con las que el huracán de la modernidad todavía no pudo. La impronta del arrabal, los faroles y las casas chorizo son solo parte de aquel viejo Buenos Aires que más de uno recuerda y se le comprime la garganta hasta formar un nudo.
La otra Buenos Aires que se erigió en las últimas décadas le discute terreno en una guerra silenciosa que se produce todos los días en calles y avenidas. El conflicto ya ha tenido muchos mártires que cedieron ante las topadoras y algunos otros que sufrieron heridas en los cimientos tras ser excavados más de la cuenta desde los terrenos lindantes. Pero la construcción de propiedades por el déficit ocupacional de Buenos Aires no solo tiene como resultado la proliferación de edificios en lo alto del cielo porteño. Este fenómeno conlleva problemas del estilo edilicio y funcional de la Ciudad; pero esta nueva forma de construcción irrestricta puede, también,dejar declarado un colapso de los servicios públicos. La estructura de Buenos Aires está al límite, y multiplicar por 40 la cantidad de instalaciones de luz, gas y agua para construir una megatorre no hace más que contribuir a colapsar sus caños.
Sin embargo, en estas épocas donde un sesudo slogan podría ser "Buenos Aires, Buenos Negocios", el debate trata de ponerse en el plano de modernidad, en detrimento de lo viejo. Como si aquella parte de la ciudad donde el paisaje parece haber quedado inherte en el tiempo, fuera un signo de atraso en lugar de una parte tradicional e histórica que los porteños atesoramos como testimonio de la cultura.
Al menos esos piensan los vecinos de la próxima víctima del "progreso", San Telmo. Este barrio es el casco histórico de la Ciudad de Buenos Aires, que recibió a los primeros caserones de la etapa colonial y que supo llenarse de palacios de las familias adineradas hasta la fuga por la fiebre amarilla. Luego copado por los inmigrantes que le dieron forma de conventillos a esos grandes palacetes, el barrio guarda mucho de la arquitectura de esos años. Los adoquines históricos de sus calles encierran mil historias de la bohemia porteña y del nacimiento del arrabal en cercanías del puerto. Hoy, el Gobierno Porteño quiere hacer peatonal una de sus arterias principales, la calle Defensa. Y con ese intento poco feliz de fomentar el turismo en la zona y llevarle un halo de modernidad, con megaproyectos hoteleros y gastronómicos, se está perdiendo de vista el principal atractivo del lugar, su emplazamiento histórico. El impacto que sufriría San Telmo con un proyecto de ese calibre y el cambio de paisaje puede llegar a ser contraproducente con el cremiento del barrio. Mejor sería hablar de una planificación seria de restauración de edificios para embellecer la escenografía de por sí pintoresca, algo que algunos gobiernos anteriores de Buenos Aires habían comenzado a esbozar, pero no terminaron de ejecutar.
El mal de confundir viejo por tradicional tiene mucho tiempo en la historia de nuestro país. La demolición parcial o total de edificios históricos bajo la retórica de la modernidad ha hecho estragos en la Argentina. Vale como ejemplo las demolición y posterior reconstrucción de la Casa de Tucumán y las transformaciones del Cabildo de Buenos Aires, que perdió la torre en una refacción y hubo que hacerla nuevamente. Si los dos monumentos más importantes de nuestra Nación sufrieron esa suerte, no es de esperar que lugares de menor contexto simbólico sean desechados por las aplanadoras de lo moderno. Paradójicamente la historia de Argentina ha hecho lo mismo indefinidas veces con las ideas, las construcciones políticas y las ideológicas. Parece una coincidencia casi sarcástica que nunca haya habido un plan político que haya resistido más allá de lo que duró un mandato presidencial; y ni que hablar de las topadoras manchadas de sangre de los golpes militares sistemáticos.
Ciertas ironías del destino se suceden en paralelo en un país y suelen tener la misma solución. Es hora de armar un plan a largo plazo, bien planificado y con etapas ciertas a cumplir para que nunca más suframos un derrumbe y que nuestros cimientos solo necesiten remodelaciones.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Otro paradigma

El escenario es el mismo. El Palacio de la Moneda de Santiago de Chile albergó dos historias muy disímiles entre sí pero enmarcadas en una coyuntura que los unifica mucho más allá de lo edilicio. Una historia de desarrolló en 1973, aquel fatídico 11 de Septiembre donde las fuerzas militares al mando de Augusto Pinochet atacaron y bombardearon aquel palacio de gobierno; metáfora de lo que luego harían con la democracia. En esos tiempos, el edificio fue herido de muerte via aérea y el presidente electo por el pueblo chileno, Salvador Allende resistió la embestida a punta de pistola hasta que su vida dijo basta y finalmente cayó al último bastión de aquel gobierno popular. Todos los estados de mundo se apresuraron a reconocer el nuevo gobierno de facto en Chile, incluso muchos de los países latinoamericanos fueron de la partida detrás de los Estados Unidos. 35 años después el edificio ha sufrido muchas remodelaciones desde aquel día perdido en la historia: ha sido testigo de la vuelta de las instituciones y ha visto un Estado forjado tras la etapa de oscuridad, en la plenitud del Derecho. La moradora del edificio es una mujer, Michelle Bachelet, y el motivo de que todas las cámaras del mundo se vuelvan hacia sus muros dista bastantes de los motivos de antaño. Los protagonistas del evento fueron todos los presidentes de América Latina y el motivo del encuentro se hacía casi en contraposición a aquel pasado de tormentas. Todos los presidentes de los países integrantes de la UNASUR se reunían para brindarle el apoyo al gobierno y a las instituciones de Bolivia, elegidas por el pueblo y ratificada hacía poco más de un mes por una fuerte mayoría en el referendum revocatorio, al que llamó su presidente Evo Morales. La historia esta vez fue escrita por Latinoamérica en favor de la democracia y no ante un supuesto enrolamiento automático tras alguna potencia de turno. Bolivia exhibe hoy una sociedad muy polarizada, donde 100 familias ostentan casi el 80% de la riqueza de país y existe una muy importante partición en lo social y en los idelógico. Como Marx había profesado, las superestructura de las ideas es determinada por la estructura de los bienes económicos; es decir que la parte rica de la sociedad va a determinar las formas de vivir deseables y los objetivos que debe alcanzar una sociedad. Hoy, los bolivianos sufren las desestabilización que implica que quienes imponen las normas, el gobierno y las leyes no son los dueños del capital. Esta trastocada situación es germen de enfrentamientos, que ni siquiera el referendum revocatorio logró pacificar en el corto plazo. Pero más allá del gesto de la UNASUR, que fortalece las relaciones entre una región que está buscando el pasado, la cultura y la historia en común con el objetivo de formar un bloque simétrico y con igualdad; decisiones políticas de este calibre comienzan a mostrar una nueva forma de generar relaciones internacionales en el mundo. Un bloque de países que hable en su constitución de eliminar asimetrías entre sus integrantes, accionar bajo la vital ingerencia de los Derechos Humanos, complementar sus industrias para maximizar el comercio, generar igualdad social y contención en todos los gobiernos integrantes y poder confirmar una política migratoria de puertas abiertas e integradora en el sentido amplio del término, demuestra un nuevo rumbo a nivel global. El mundo ha cambiado y la coyuntura mundial de aquella época no es igual al de hoy. El fantasma rojo del comunismo se ha diluido y posiciones de lo que antes se llamaba "no alineados" o "Tercer Mundo" están ganando la batalla. En un momento histórico como este donde el gran imperio (que planificaba la perpetuación de un sistema de producción a su imagen y semejanza) comienza a resquebrajarse, que surjan bloques políticos como el que hoy encarna el embrionario UNASUR muestra que no todo está perdido para el futuro, y que nociones como igualdad o gobiernos populares pueden ser viables y acompañados por otros términos como progreso, capitalización y crecimiento. Porque cuando un paradigma se cae, siempre asoma la cabeza otro.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Opositores


Ser de izquierda, ser de derecha, estar de un lado o del otro de la realidad o que esas visiones de vida sean irreconciliables. Tal vez la existencia de un gobierno que subió al poder con los votos populares e impuso el más férreo neoliberalismo haya sido el punto de partida para trastocar este campo en la política en Argentina. O tal vez el contexto mundial haya alivianado la dicotomía y las fuerzas centrífugas del poder hayan dejado todo en 5 grados a derecha e izquierda del centro. Lo cierto es que el pasaje de un lado al otro se limita a un par de pasos, y ese estadío parece tentador para más de un legislador. En los abatares de la labor legislativo post lock out patronal del campo y "voto no positivo" de Cobos, el Congreso Nacional parece recomponerse y tomar nuevas formas, alianzas y redefiniciones políticas no del todo claras. Al antiguo estigma con el que carga el peronismo con respecto a los distintos sectores de ideología, comienzan a vislumbrarse, en el seno de los otros partidos, modificaciones con respecto a la unidad de los bloques y las alianzas tanto a favor como en contra de las leyes o la administración nacional.Por un lado aparece lo que puede definirse como "la nueva oposición" legislativa que viene con un combo de peronistas disidentes, integrantes de la Coalición Cívica, radicales, bloque Si, CTA Proyecto Sur, Pro, Recrear, etc. Esta suerte de interbloque virtual ha tenido fundamental importancia en la derogación de la resolución 125 y se alistó en los tratamientos de la reestatización de Aerolíneas y el tratamiento de la movilidad jubilatoria. Como en todos los niveles de la vida, los problemas comienzan cuando las cosas se confunden y se le da lugar a una oposición personalista en lugar de una constructiva. Y más allá de los altos postulados de la democracia, no es bien recibido por los ciudadanos que votaron a esta oposición, observar a sus representantes estrechando lazos con integrantes de expresiones muy distintas a las suyas y quienes fueron blanco de las más alborotadas críticas durante la campaña electoral.Es difícil entender, de esa manera, que algunos de los contraproyectos presentados, como en el caso de Aerolíneas, hayan tenido fallas graves de organicidad. Pedir la quiebra de la empresa de aeronavegación de bandera para poner en marcha una nueva, implicaba 5 años de preparación. Dejar sin aviones a las ciudades que no gozan de otros servicios por ese tiempo sería catastrófico para las comunicaciones del país; o en el mejor de los casos, era darle paso a una compañía privada que supliera a esta, pero con un importante subsidio del Estado, porque estos destinos no le darían ganancias. De cualquier manera, era pérdida para la Argentina.Otra función interesante de la labor legislativa tiene que ver con el proyecto de movilidad jubilatoria. Más allá que cuente con media sanción en diputados casi por dos tercios de la Cámara e incluyendo las contribuciones de legisladores especializados en el tema, algunas de las objeciones versaron sobre reivindicaciones que las propias administraciones partidarias hicieron caso omiso cuando se hicieron cargo del Ejecutivo y que realmente no apoyarían. Para dar una visión más acabada de estas acciones cabe citar a Mauricio Macri que reclama un aumento a los jubilados dentro de la ley de movilidad jubilatoria para llegar al ansiado 82% móvil, mientras su Gobierno Porteño recorta las becas para la educación secundaria a casi la mitad y le entrega 4000 millones de pesos a las empresas recolectoras de basura donde no está confirmado todavía si él o el grupo de su padre tiene acciones. Las incoherencias acompañan la labor legislativa.De Junio a esta parte, las Cámaras Legislativas vienen gozando de mucha prensa. Eso ha hecho que muchos ciudadanos tengan el ojo puesto en lo que ocurre con las leyes consideradas vitales para el país. Pero la labor de legislar va más allá de estar a favor o en contra de un gobierno de turno, sino que se debe representar al pueblo que con su voto les otorgó el mandato. La confusión de creer que mandato habla de mandar, en lugar ser mandado por sus votantes. Esto hoy en Argentina está un poco trastocado, la representación inderecta es una quimera en la que sobrevuelan los intereses partidarios y personalistas. El rol de la oposición está claramente contra el gobierno de turno en lugar de buscar una alternativa según el proyecto o respetar la plataforma partidaria. En lugar de ser complementarios y sumar para mejorar la vida de los argentinos, se busca ser suplementarios y llevar adelante las proyectos opuestos. Sería bueno que se comenzara a legislar a favor de los argentinos y no en contra de un partido político.

viernes, 29 de agosto de 2008

Generación

Los Quilmes, parte de los pueblo originarios de nuestro país, muy poco tienen que ver con las costas del sur del Río de la Plata donde se aloja una cervecería. Su ubicación original era en los Valles Calchaquíes, al norte del Tucumán, donde vivieron hasta la primera invasión de los españoles. La guerra, que duró casi 130 años, se llevó a poco menos de dos tercios de la población de la tribu. Tras la derrota, los 2000 sobrevivientes fueron encadenados y acarreados hacia Buenos Aires a pie, trayecto en el cual 1600 perdieron la vida. Durante esa horrenda travesía en manos de los españoles, los Quilmes decidieron no reproducirse para no traer al mundo hijos esclavos.
Decisión difícil la de los habitantes originarios de los Valles Calchaquíes, aunque para nada discutible si se tiene en cuenta el contexto de muerte al que fueron sometidos. Apostar a un futuro era una maniobra casi inalcanzable e impensada por este pueblo que lejos de la barbarie ostentaba un nivel técnico y de cultivo muy adelantado gracias a la influencia incaica.
Casi cuatro siglos después una historia presenta ciertas similitudes, aunque con una resolución ampliamente distinta. El terrorismo de Estado de la etapa dictatorial 1976-1983 marcó a los argentinos desde varios lugares. No sólo desde lo político o lo cultural (el miedo sistemático como algo natural), sino también desde la falta de una generación política que fue sistemáticamente exterminada por el aparato represivo del Estado dictatorial.
Como si se echara por tierra la tan mentada Teoría de los Dos Demonios, la generación nacida entre 1976 y 1983 hoy comienza a erigirse como el recambio que la política argentina comienza a necesitar. Jóvenes de entre 25 y 32 años que trascienden el lugar común de ser hijos o familiares de desaparecidos, hoy conjugan sus experiencias políticas y las aunan en busca de nuevas formas de contruir el país y la política. Lejos de un término utilizado hasta el hartazgo como “nueva política”, la renovación del ideario partidario con un pensamiento más sensible y comprometido, viene de la mano de estas nuevas generaciones.
Difícil formación tuvieron estos hijos (de alguna u otra manera) de la Dictadura Militar en lo político. Convivieron de muy chicos con las esperanzas y desesperanzas de la vuelta a la Democracia, desde la asunción de Alfonsín hasta los intentos golpistas de semana santa y la estocada final de la inflación. Vivieron una década del noventa franqueda por el individualismo y donde la clave del poder era enriquecerse y salir en revista Caras. Sobrevivieron a la sociedad para la cual no obtener el éxito instantáneo era sinónimo de fracaso. Donde el bienestar social o los planes a largo plazo se difuninaban en un pasado que se domonizaba sin cesar.
Discutiendo con la premisa de “la política es sucia y por eso no me meto”, gran parte de esta generación tomó lugares de resistencia al sistema partidario imperante. Desde la búsqueda de caminos alternativos, la crítica no le daba paso a la construcción.
La crisis del 2001 y los cambios que produjo el gobierno de Nestor Kirchner cambiaron el panorama y al día de hoy, muchos de esos jóvenes que antes no tenían un espacio para construir, se encontraron con una brecha para generar un proceso a futuro.
La historia de los Quilmes funciona muy bien como metáfora de la generación de ´76-´83. Desde el exterminio y el vaciamiento del lugar, desde este lado de la historia se apostó a la vida y fueron sus propios hijos (sanguíneos o no) los que están volviendo a tomar ese lugar y hasta tal vez cumplan los objetivos de aquellos hombres y mujeres que, fuera de los matices de cada contexto, no difiere en nada: Hacer un país mejor.

viernes, 22 de agosto de 2008

Aerolíneas y su reflejo del pasado


Promediaba el año 1988, cuando el ministro de Obras y Servicios Públicos, Rodolfo Terragno, ponía a disposición del Congreso Nacional un mega proyecto para asociar a la existosa línea de bandera Aerolíneas Argentinas, con la empresa escandinava SAS. Este acuerdo generaría un ambicioso programa a futuro que potenciaría la marca más reconocida de la aeronavegación de ese momento en Sudamérica. El revés legislativo en un recinto con mayoría opositora echó por tierra este proyecto por considerar que la línea, en ese momento en manos del Estado, configuraba un ejemplo de manejo estatal tanto en su visión de crecimiento a futuro como su éxito empresarial. Ante la negativa, SAS le propuso el mismo acuerdo a Lan Chile (una empresa de menor volumen que Aerolíneas) y cerró trato.
Durante la década siguiente, Aerolíneas Argentinas sería vendida a la española Iberia en condiciones muchos peores que las propuestas en 1988. A diferencia de sus colegas escandinavos, Iberia comenzó con un desmatelamiento de la empresa tanto a nivel estructural como humano, promoviendo la pérdida de rutas internacionales y sirviéndose de ellas como la compañía de bandera Ibérica. Tras la primera crisis en 2003 y su posterior venta a Marsans, la situación no mejoró sino más bien todo lo contrario.
Al llegar al presente, los protagonistas siguen siendo exactamente los mismos. El Congreso Nacional, una empresa extranjera, la aerolínea a bandera en discusión mientras la oposición se mantiene en contra una medida del Ejecutivo. Claro que esta vez la situación de la antigua empresa orgullo del Estado es terminal, con una deuda millonaria y un déficit operativo de 30 millones de pesos mensuales. De no mediar intervención alguna, caerá inevitablemente en quiebra.
La operación es sencilla: efectuar la valución de la empresa de manera consensuada con el parlamento, descontar a ese precio la deuda que Aerolíneas tiene al día de hoy y hacerse cargo definitivamente de la empresa para su saneamiento y posterior puesta en marcha como línea de bandera en poder del Estado. Este salvataje permitirá abastecer el mercado de vuelos de cabotaje con una línea aérea que cumpla esa función sin analizar solamente la rentabilidad del servicio.
Desde el parlamento las voces de la oposición se hicieron escuchar con un doble planteo. El primero de los argumentos versa sobre el por qué financiar a una empresa que da pérdidas con los fondos de los impuestos nacionales. Argumento que se vió derrumbado cuando se habló de la transacción, la deuda, el descuento de ella y los planes a futuro de la empresa. El segundo sesgo opositor llegó de la mano de un proyecto que proponía dejar caer en quiebra a Aerolíneas Argentinas y prontamento crear una nueva línea de bandera que arranque de cero y sea del Estado. Verdadera falta de previsión a futuro si se tiene en cuenta el costo operativo de poner en funcionamiento una nueva empresa aérea, las licencias, la solicitud de rutas internacionales y la costosísima tarea administrativa que implica el desguace de la parte estatal de Aerolíneas Argentinas. Todo esto amén del fuerte valor de la marca tanto a nivel nacional como internacional, o la cantidad de trabajadores que pueden sufrir el traspaso y la incertidumbre sobre sus empleos que esto implica.
En todo esto aparece aquel fallido socio de Aerolíneas, ahora integrante de la empresa LAN (ya no Chile), como la compañía aérea más importante de Sudamérica e integrante de una red internacional de flotas que hacen que sus escalas lleguen a cualquier parte del mundo. En esta empresa aérea siguen esperando la caída definitiva de la aerolínea de bandera argentina para descorchar el champagne de la victoria sobre el mercado argentino, al igual que lo han hecho en Perú. Por lo que una maniobra como la que se propone en el Congreso, generaría un fuerte impulso a una empresa cuya bandera no es precisamente celeste y blanca.
En el 2008 ha traído aparejado muchas discusiones políticas y no tan políticas, pero hoy seguimos resolviendo y tratando de volver hacia atrás los grandes desaciertos de los años ´90; que en nombre de la modernidad y el neoliberalismo sumergieron al país en la mayor de las pobrezas. Aerolíneas Argentinas, junto con YPF, fueron dos empresas baluartes del progresismo y la funcionalidad del Estado como administrador y gestor de empresas. Lamentablemente también fueron malvendidas junto a las empresas de servicios públicos, con la excusa de las pérdidas que arrojaban, mientras al mismo tiempo pasaron a pagar el mismo monto en subsidios. Tal vez revisar y redimensionar estos contratos, en general y sin presiones, para que los gestores privados puedan realizar su negocios en un plano de justicia sea la mejor forma de comenzar a concretar un cambio profundo que nos aleje de aquella fatídica década.

viernes, 15 de agosto de 2008

Sobre el final de la apatía


La década del ´90 en la Argentina ha dejado mucho para analizar. Desde la política económica neoliberal que derivó en una crisis terminal, hasta la farandulización de los representantes del pueblo que mostraban en las revistas sus fastuosos bienes, sin considerar que les sería imposible demostrar ante la justicia cómo se hicieron de ellos. Pero la estocada que dejó la herida más profunda redundó alrededor de la participación política y de la inserción de la juventud en ella.
El individualismo y el autismo político se mostraban como los dos grandes corseles de esos tiempos todavía formativos de la democracia argentina. La incesante corrupción, la lejanía del poder con respecto al pueblo y un sinfín de maniobras; sumado a la irrestricción de importaciones que inundó el mercado nacional de productos fabricados en otros países que nos hizo sentir del primer mundo; cerraron el cerco de una sociedad que comenzó a tornarse individualista y acorazarse en un mundo que a priori era ficticio y que en algún momento iba a explotar.
Frases como “la política es sucia” o directamente “la política es una mierda”, acompañadas de “y por eso yo no me meto”, mostraban la fórmula de la victoria de ese régimen que lograba así la perpetuación en un poder que cambiaría de manos, pero no de protagonistas. Todo quedaría relegado a un grupo reducido y hegemónico. Si nadie puede o quiere entrar en este espectro, quienes ya participan en política tenían la permanencia asegurada, con algún cambio de nombre o de puesto, pero nada saldría de ellos. La corporación se había formado.
Los jóvenes con inquietudes políticas debieron ver truncado su afán de construcción de alternativas hacia un rol de resistencia. Palabras como renovación o juventud no fueron tenidas en cuenta durante la década. La vieja militancia juvenil conoció el ostracismo y hasta los viejos partidos minoritarios sufieron esa suerte de alianza compulsiva que terminó por obturar aquella costumbre de formar a los cuadros políticos con miras generar futuros dirigentes.
La discutible renovación que se dio a partir de Diciembre de 2001, no cambió nombres del todo pero si las formas de hacer política en la Argentina. Ya sea por obra y gracia de cada ciudadano que le dijo no a los viejos dinosaurios que querían volver, como por aquellos partidos que entendieron el mensaje de la sociedad y renovaron su apuesta hacia la juventud y a traccionar dirigentes de abajo hacia arriba.
Es decir que la denominada falazmente “nueva política”, en realidad tuvo su germen en estas instancias y fue el punto de partida para una incipiente renovación que hoy se comienza a observar tanto en las cámaras de representantes como en los niveles ejecutivos. No parece ser casual el ascenso de Sergio Massa a la Jefatura de Gabinete para cambiarle la cara al gobierno nacional luego de la derogación de la resolución 125. Una visión jóven y menos contaminada que la de Alberto Fernandez podría darle otras formas de hacer y comunicar al gobierno y relanzar así la imagen de la Presidenta Cristina Kirchner. También se adscribe el caso del legislador porteño Juan Cabandié, quien de 2004 hasta hoy se convirtió en un referente juvenil y hoy está a cargo de la Secretaría Nacional de la Juventud Peronista.
A estos casos, también se suman una gran cantidad de recambios políticos como Adrián Pérez, jefe de bancada en diputados de Coalición Cívica, Roy Cortina en el socialismo o Victoria Donda del movimiento Libres del Sur. Todos ellos encarnan una nueva forma de ver la política y tal vez en algunos años lleguen a los cargos ejecutivos.
En 2008, la apatía parece haberse extinguido y la política retomó su espacio en el imaginario social de los argentinos. Sin embargo, la batalla no está totalmente ganada, la politización de la sociedad es una herramienta fundamental en los pueblos democráticos ya que hoy no basta con asistir a las urnas sino ejercer el contralor social que todo gobierno necesita. Pero mirando en perspectiva, estamos muy lejos de aquella apatía.

viernes, 8 de agosto de 2008

Transitividad Latinoamericana



Mucho se ha hablado a lo largo de nuestra historia sobre las marchas y las contramarchas de la unidad del continente y de la búsqueda trunca de un horizonte común. El paso débil del acuerdo para el Mercosur (hace casi diez años que la integración debería estar en funcionamiento) muestra un distanciamiento mucho más marcado en los desarrollos económicos de cada país, que en los tiempos que se proyectó el mercado común latinoamericano. Si bien la economía y el desarrollo son los encargados de poner las diferencias sobre la mesa, la región está tieniendo muchas coincidencias en los procesos políticos; diámica que, en mayor o menor medida, lleva muchos años reproduciéndose a lo largo de estos territorios del sur. Muchas veces a contramano de la corriente mundial o víctima de presiones externas.
Las coincidencias transnacionales fueron el hijo político de la partición del mundo entre capitalismo y comunismo. El antecedente de Cuba y la experiencia del Mayo Francés había desperdigado por la región una nueva corriente de pensamiento y de acción política que comenzaba a buscar alternativas a los regímenes instaurados hasta ese momento. Ese viraje fue el que llevó a una de las partes de esta división mundial a intervenir en los sistemas democráticos latinoamericanos alrededor de los años 70 y ayudar a la instauración de dictaduras militares que usaron el aparato del Estado para aplastar cualquier atisbo de insurgencia o pensamiento distinto, de la manera más cruenta. Vanguardias del terror como las de Videla en Argentina, Pinochet en Chile, Banzer en Bolivia o Costa en Brasil, más la instauración del Operativo Cóndor, y la colaboración en la represión ilegal de los Estados, cerró el cerco de un plan premeditado.
Las mismas violaciones a los Derechos Humanos y el desgaste de los propios regimenes dictatoriales, decantaron en su extinsión paulatina con el devenir de la década del 80. Las nuevas democracias enfrentaron dos desafíos fundamentales, el enjuiciamiento a los responsables de los crímenes de las dictaduras y el rebrote inflacionario que aquejó a todos los países de la región. Las democracias jóvenes debieron zigzaguear entre la búsqueda de justicia y las presiones militares, que ya no tenían el apoyo externo de antaño. Las leyes del perdón de Argentina o Uruguay son claros ejemplos de una realidad que dejó sabor a impunidad.
La nueva década trajo una nueva influencia del ahora vencedor de la vieja dicotomía. En forma de economía neoliberal, la irrestricción de exportaciones y la llegada de los grandes grupos económicos desde el exterior, hicieron que países como Argentina o Perú ingresaran en un proceso de desindustrialización y de dependencia de los mercados internacionales. El efecto Tequila y las crisis de otras bolsas de comercio internacionales pegaron muy duro en un continente que no contaba con la suficiente generación de riqueza por valor agregado para atenuar su impacto, que repercutió en los que menos tienen.
Ya pasada esta primera mitad del 2008, en Sudamérica corren vientos de cambio y otra vez pareciera que el continente va a vivir una etapa en común. Los gobiernos electos, tras poco más de 20 años de democracia comienzan a discutir un tema tan urticante como la distribución de la riqueza. Esta frase, que a priori suena a justicia y naturalidad, implica desmejorar una parte de la economía y mejorar otra; o en el mejor de los casos, generar una ganancia superior para mantener la de los que más tienen y mejorar sustancialmente a los menos afortunados. Tocar los intereses de los más poderosos puede traer problemas sustanciales a los gobiernos de Latinoamérica. El referendum revocatorio al que se sometió el presidente de Bolivia, Evo Morales, muesta a las claras que el problema social de ese país está fuertemente relacionado con esa distribución desigual histórica que hoy se quiere discutir. Argentina también está viviendo esta discusión, positivamente hoy en la calle se escuchan estos términos y se piensa en un modelo de país, de un lado de la balanza o de otro. Al parecer, la disputa es la misma, en distintos niveles y escenarios, pero con idéntica discusión de fondo. Las adjetivaciones de autoritarismo o las descalificaciones son una puesta en escena y una escenografía de lo que realmente se debate. Pero pasados estas intensas décadas que vivimos los latinoamericanos, que los gobiernos diriman estas diferencias en un marco democrático (como el referendum boliviano o el tratamiento de las retenciones en Argentina) hacen voltear la mirada al futuro y comenzar a sentir que la maduración del sistema de la Democracia comienza a fortalecer sus raíces en estos países. Queda mucho por hacer todavía, pero esta vez el camino comienza a valer la pena.

viernes, 1 de agosto de 2008

Problemas de fondo(s)




Los niños aprenden jugando. Por experiencias personales o de observación del otro, cuando un chico comienza a manejar los juegos de estrategias suele hacerlo a todo o nada en las primeras instancias, para quedarse sin recursos sobre el final de la partida y, con ello, la derrota indefectible. Con el tiempo, el ajetreo le va cediendo paso a la administración de los recursos y el aprendizaje mediante el juego comienza a completarse. El niño así comprende la importancia de planificar su partida.
Si la Ciudad de Buenos Aires fuera uno de estos juegos de mesa, su Jefe de Gobierno estaría todavía en la etapa iniciática del proceso de aprendizaje. Hoy por hoy, las grandes letras H están acorralando a los porteños en todas direcciones, pero muy lejos de hacer feliz a quienes lo votaron, la administración de Mauricio Macri peca de ingenuo al querer realizar todos los bacheos, todas las remodelaciones de vereda y todos los proyectos de urbanismos al mismo tiempo. Más bien, en una ciudad que todavía no resolvió sus graves problemas de tránsito, cortar dos carriles de una avenida en hora pico parece más una contribución al caos que una instancia de solución. Lo raro es que este tipo de planificación es uno de los puntos básicos de un gobierno, y producir este tipo de problemas en la circulación metropolitana, para después querer instaurar programas de tránsito de dudosa efectividad, genera más desacuerdos que apoyos.
Otro hecho polémico fue el incremento del 150 % en los peajes de las autopistas porteñas, con el objetivo de desmotivar a los autos particulares en el ingreso a la Ciudad y así contrarrestar el colapso de transito en hora pico. Si bien este decreto N° 876 suena a tapar el sol con un dedo, no parece cumplir con los objetivos planteados y se erige en el horizonte un aumento más que pasará a engrosar las arcas del Estado comunal.
Otra de las tan las publicitadas campañas tiene que ver con la marketinera “Basura Cero”. La idea de la ley fue muy bien recepcionada por todos los habitantes de Buenos Aires, pero este proyecto se fue diluyendo en sus propios despropósitos. El sistema de reciclado y recolección diferenciada de basura ni siquiera ha tenido una prueba piloto en el propio seno del Estado. Los plazos establecidos para el 2011, con una Buenos Aires discriminando entre basura seca y basura mojada, suena a utopía en estos días. Si a esto se le suma la decisión del organismo de la Ciudad de retirar containers de las calles (por cuestiones estéticas) y discontinuar la recolección especial de residuos hogareños (escombros o amoblamientos viejos), se puede concluir que el resultado del partido que dicen los afiches de la calle “Buenos Aires 1, Basura 0” no es correcto; sino que se está perdiendo por goleada.
De a poco se empieza a observar en la Ciudad un paulatino retroceso del Estado en sectores claves. Aparte de la falta de insumos en los hospitales y de recursos en las escuelas que dependen de este Gobierno; la contensión social de la administración de Macri comienza a mostrar falencias en una rama donde Buenos Aires simpre fue de avanzada. Servicios de ayuda como el 108 (denuncias de personas en situación de calle, para darles albergue) donde comunicarse luego de las 20 horas es una odisea imposible. También el retiro de la ayuda económica a Centros Culturales, principales contenedores de los niños de bajos recursos; hacen notar que para el Gobierno de la Ciudad esto se configura como un gasto y no como una inversión a futuro.
Hacer Buenos Aires va más allá de una obra, baldosas nuevas o un bache tapado con asfalto. El debate que hoy se abre tiene que ver con la construcción de una Ciudad con vistas a este nuevo siglo que se aproxima. Hoy, el gobierno electo tiene una visión de manejo cuasi empresarial. Pero no se puede gobernar una ciudad como se maneja una empresa porque las distintas variables tarde o temprano van a hacer colición. Lo social es fundamental en el contexto de una megalópolis como Buenos Aires, invertir en contención, eduacación y salud es el mejor plan a futuro que se pueda ejecutar. De esa manera se puede hacer una administración de recursos eficiente. Ojalá que los problemas de planificación de hoy correspondan solo a la falta de experiencia. Ojalá que el Buenos Aires del futuro obedezca a las necesidades de todos.

viernes, 25 de julio de 2008

Balcones


En todos los cuentos e historias de la antigüedad, el balcón tomaba un lugar pasivo donde se observaba el devenir de los acontecimientos. Algo hizo que en estas latitudes que la historia fuera diferente. Por alguna vuelta del destino estos escenarios donde se miraba la historia pasar, ganaron fama y lograron, por lo menos, nivelar su importancia antes los acontecimientos. Basta con ver a una persona ejerciendo algún acto de la política desde esas extensiones de una ventana, para cargar a ese simple discurso con un valor agregado en detrimento de otras plataformas . Pero la obsesión de los argentinos con los balcones tiene el epicentro en uno particularmente, que fue testigo de la historia política moderna de la Argentina.
El viejo balcón de la Casa Rosada, vió nacer movimientos nobles, festejos populares, grandes manifestaciones que expresaron alegrías, tristezas y broncas, y a veces pudo atestiguar verdaderas farsas en su propia historia. Fue el responsable del “síndrome de la Plaza propia” y su letargo de hoy obedece a los tiempos que corren y a esa misma rica historia.
Se puede decir que el primer gran salto hacia la historia lo tuvo un 17 de Octubre de 1945 cuando la multitud que se había agolpado desde tempranas horas de la tarde en la Plaza de Mayo, vio salir a la figura de Juan Perón cuando se acercaba la medianoche. A partir de esa manifestación y elecciones mediante, fue el lugar donde el Perón devenido Presidente se comunicó con su pueblo, tanto tanto para publicitar actos de gobierno como para festejar los acontecimientos que lo ameritaban. Fue esa la época donde los denominados descamisados sintieron su pertenencia a la Plaza de Mayo y a ese balcón que hicieron suyo y que jamás pudieron permitir que otro se suba. También sintió el amor mutuo entre los manifestantes y Eva Perón, quien dejó en la historia otro balcón que fue escenario de su renunciamiento en plena 9 de Julio, desde el edificio de Obras Públicas.
Pero no siempre estuvo vinculado a la festividad popular, vale recordar la furibunda manifestación organizada por la CGT el 30 de Abril de 1982, donde hubo serios incidentes, detenidos y el pedido de dimisión a la dictadura militar de Galtieri. Para que muy poco después, el 10 de Abril, la misma multitud vivara al dictador por embarcar a la Argentina en una guerra desigual e injusta contra Inglaterra por Malvinas. Ese general pisando el balcón y levantando los brazos fue una síntesis de esa parte de la historia argentina y una verdadera farsa de aquellas manifestaciones peronistas. El síndrome de la Plaza propia empezaba a tener efecto.
La vuelta de la democracia mostró a un Alfonsín victorioso, mudado al balcón de enfrente, en el Cabildo; y al principio del fin de su gestión aquella fatídica semana santa, que precipitaron las hoy derogadas leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
En 1986, un hombre y su equipo de trabajo fueron capaces de dejar la Plaza de Mayo repleta entre alegría y festejos. Diego Maradona recibió prestado el balcón y tuvo su tarde de gloria, luego de conseguir el campeonato del mundo en México.
Con el advenimiento de los ’90, la modernidad cerraba un ciclo. La irrupción de los medios masivos de comunicación como escenario virtual de política, comenzaron a alejar a la gente de aquel balcón. Giovanni Sartori advertía desde su libro Hommo Videns que los ciudadanos ya no se acercaban al comité o a la casa del partido para enterarse de lo que estaba pasando con su país sino que simplemente se limitaban a prender la televisión. Y el escenario político se mudó adentro de los aparatos de comunicación, con un inmenso atril al que asistían innumerables cantidades de pseudo manifestantes desde la comodidad de su living. Así el balcón se redujo a tibios saludos de un presidente recién asumido o la vuelta al espacio de observación de otras cosas que pasaban en las cercanías. Pero el poder ya no pisaba sus baldosas.
Hoy extraña su esplendor de antaño, las mega manifestaciones de Plaza de Mayo se realizan desde un escenario que lo tapa. Algunos dicen que no lo usan por respeto a aquel gran líder que supo ocuparlo y lo hizo suyo. Pero la afición a llenar una plaza o subirse a un balcón a saludar, es algo que a los argentinos nos sigue sonando a poder. Ya sea por nostalgia o por costumbre, en plena era de la información estas imágenes nos siguen subyugando.

viernes, 18 de julio de 2008

Bolsa de gatos


Ha pasado la sesión en el Senado. Algunos la calificaron como histórica. Otros hablaron de alta traición. Muchos dejaron entrever su postura política mucho más allá de una labor legislativa. Pasaron poco más de 4 meses de conflicto y, con la resolución 125 derogada, algunas inquietudes comienzan a salir a la luz y son dignas de analizar.
Tal vez por convicciones, oportunidades o por simple integralidad de objetivos, una fuerza centrífuga unió ideologías contrapuestas y formó alianzas de rara forma entre los actores políticos durante la disputa por la derogación de las retenciones móviles. Tanto en el Congreso como en la calle se fusionaron personas que, bajo cualquier otro acto institucional o político, se situarían en veredas opuestas.
Aunque ya se viniera observando desde hacía un tiempo, el acto de los ruralista el martes pasado fue una evidencia inobjetable. En primer lugar, la rara yunta entre el presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi con el titular de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens, hace un poco de ruido bajo la luz de la historia de ambas organizaciones. Se vacía de contenido el vínculo si se tiene en cuenta que el objetivo máximo de los primeros tiene que ver con la reforma agraria (la tierra en manos de quienes la trabajan), mientras que los otros defienden y aglutinan a los grandes latifundistas que atentan contra esa reivindicación. Es decir que estas dos entidades de intereses contrapuestos, negociaban a la par una ley donde el principal pedido redundaba en la tasa diferencial para pequeños productores.
Dentro de la misma convocatoria de Palermo, separadas por escasos metros y centenares de asistentes, dos mujeres fuertes de la política argentina aplaudían a cada uno de los oradores al unísono. Sin dudas, Hilda “Chiche” Duhalde nunca tuvo demasiadas coincidencias con Elisa Carrió, sobre todo cuando su marido era acusado frecuentemente como el responsable del narcotráficon en la Argentina por la titular de la Coalición Cívica. Las motivaciones eran distintas. Las justificaciones también. Pero las retenciones móviles lograban lo imposible y las unían ante otro enemigo común.
En otro rincón de Avenida Libertador, en las inmediaciones del palco VIP se encontraban los siempre polémicos hermanos Rodríguez Saa sin notar que en el mismo sector, casi a sus espaldas, se levantaba la abultada humanidad del ex lider de Recrear, Ricardo López Murphy. Es difícil saber si sus miradas se cruzaron, pero si así hubiera sido, creo que tanto Adolfo como Ricardo recordaron las acusaciones cruzadas en 2003 cuando ambos aspiraban a la primera magistratura; sobre todo las ácidas críticas técnicas del hombre de bigotes sobre la declaración de default del líder puntano.
Recordando aquellos tumultuosos años de la Alianza, el radical Ricardo Gil Lavedra tuvo un encuentro muy poco añorado con la multipartidaria Patricia Bullrich, entusiasta Ministra de Trabajo de Fernando De la Rúa, cuando el jurista había sido renunciado por no abalar aquella lamentable maniobra en el Senado, conocida como la “Ley Banelco”.
También fueron de la partida De la Sota, Barrionuevo; mas lo apoyos de los senadores Reutemann, Romero y el hombre más insultado por la Sociedad Rural durante la década del 90, Carlos Saúl Menem. En épocas de convertibilidad y de un dólar igual a un peso, los hombres de campo sufrieron una de las crisis más profudas del siglo XX. Con un precio de mercado internacional poco conveniente, la actividad agrícolo ganadera había dejado de ser negocio; y aunque los insumos fueran baratos, las ganancias eran escasas.
Se hace difícil pensar cómo aglutinar a todas estas expresiones tan distintas entre sí sin concluir que todos debían tener un enemigo en común. Pero sería una análisis demasiado facilista y de dudosa certidumbre. Se debería fraccionar en distintos grupos. Por un lado, nadie puede dudar de las intenciones de los representantes del campo, estando de acuerdo o no con ellos. Tampoco del convencimiento de algunos dirigentes que representan a sus provincias y que cumplen con los intereses de quienes los votaron. Otros apoyos se generan por contraposición de ideas con el Ejecutivo y una pequeña pero poderosa parte podría denominarse de la forma en que se dividían los radicales en 1922: “personalistas” y “antipersonalistas”. Esta situación también genera una crisis de representatividad en los políticos, ya que su electorado no sabrá si le será fiel a su ideología y a las promesas de campaña o simplemente votará en contra del gobierno de turno por algún encono personal.
Si es bien entendida, este debate será un paso adelante para el sistema democrático, aunque dentro de toda las sensaciones quede ese gusto amargo de que la oposición no tenga un rumbo definido y se muestre multi ideológica. Algo así como una bolsa de gatos.

viernes, 11 de julio de 2008

Europa, Amèrica y de nuevo Europa


Los fondos de mi abuelo sufrieron transferencias por distintos países. En principio no tuvieron una historia distinta al de la liquidez de cualquier europeo lanzado a las Américas, en Cuba la fortuna logró desabrochar la cubierta de su billetera en forma de primer premio de la lotería y ese jóven de 17 años llevó todo el dinero obtenido en el Joven Continente hacia su casa natal en la campiña española.
Cuatrocientos años de la misma conducta avalaban el procedimiento del dinero que, en mucha mejor ley que algunos de sus compatriotas, mi abuelo había obtenido en América. Sin embargo y aunque nada de esto hubiera pasado por la cabeza de mi abuelo, las arcas sufrieron una nueva transferencia.
Mientras se desdoblaba el dinero para adquirir una vaca para su madre (todo una demostración de status para la época), la guerra en África y la cercanía de la conscripción produjeron que los fondos se movieron (en el bolsillo, a la vieja usanza) hacia su destino final en Buenos Aires, Argentina. A partir de allí se fueron achicando con el transcurso de los años, el gusto de traer a toda la familia a la nueva tierra y de la bohemia porteña, hasta llegar a cero. Al ser todos gastados en estas tierras, mi abuelo comenzó a producir para el país y trabajar tanto para su sustento como para lograr mejores condiciones laborales en su nuevo país adoptivo. Fue así que abrazó, en el camino de la integración hacia su argentinidad, los ideales del peronismo y la justicia social. Junto con esto formó una familia argentina y cerró el cerco de su pertenencia.
Los fondos de mi abuelo emergieron en el mismo continente donde se invirtieron, ya sea en forma fortuita o gracias al trabajo. Pero junto con él, muchos inmigrantes sin un centavo lograron llegar hasta nuestro país y forjaron un futuro a fuerza del trabajo que también ayudó a la Argentina a crecer y posicionarse a mediados del siglo pasado como una de las naciones con mayor potencial y futuro del continente. No existió en ningún momento discriminación alguna hacia quien traía los bolsillos vacíos o llenos. Todos los brazos contribuyeron por igual al país, tuvieran o no papeles de identidad. Todos fueron recibidos y tratados como ciudadanos. La misma política esgrimieron todos los países de América Latina. Economía y Derechos Humanos no contraponían intereses.
Los años y las circunstancias económicas globales hicieron que la balanza desnivelara hacia su posición contraria. Y es así como aquellos europeos que exportaron personas hacia todos los confines americanos, hoy son los receptores de aquellas multitudes internacionales. Pero en lugar de hacer honor a su historia sociopolítica y integrar a una economía que necesita a los inmigrantes (el escalafón inferior de la economía europea depende de estas personas), votaron el pasado 18 de junio la “directiva retorno”. Esta ley permite deportar a todo migrante indocumentado que su propia economía necesita y utiliza bajo condiciones de trabajo poco dignas. Desde otro punto, puede verse a esta ley como un revés de grandes magnitudes hacia los Derechos Humanos por parte del parlamento de la Unión Europea, al permitir encarcelar a personas sin papeles hasta por 18 meses, sin un juicio previo.
Por otro lado, en algún despacho contiguo del edificio de la UE, las secretarías de comercio europeas, analizan el pedido de mayores y mejores condiciones aduaneras, de comercialización y patentes para los bloques económicos latinoamericanos.
Se hace muy difícil pensar cuál es la visión global que hoy tiene Europa en los distintos niveles de la política y la economía. Sería muy sencillo decir que el viejo continente está virando a la derecha y eso produce un arranque de xenofobia que dificulta las relaciones con los inmigrantes. El problema tal vez vaya un poco más allá, la prometedora tercera posición que se cultivó en contraposición a la economía de mercado furiosa de los Estados Unidos se está quedando sin riego. La tendencia de la Europa capitalista con la intervención del Estado como agente de contención se comenzó a desfigurar y dejó paso a un modelo parecido al norteamericano. Liberalismo en la economía hacia los mercados externos, pero proteccionismo para el mercado propio tanto en lo económico como en lo social. Hacía ya 60 años que este planteo no sobrevolaba Europa, dondequiera que esté, mi abuelo debe estar mostrando una mueca entre sarcasmo y preocupación.

viernes, 20 de junio de 2008

De la velocidad a la responsabilidad


Palabras. Certeras hasta el dolor en algunos casos, motor de los más hilarantes disparates en otras ocasiones. Y por el otro lado la cultura que exige aceleración constante, respuestas inmediatas, rendimiento, rentabilidad y resultados a corto plazo. La rapidez le tuerce el brazo a la calidad. Pero el margen de error que implica este estado de velocidad constante tiende a agrandarse con cada pisada al acelerador, con las consecuencias del caso para cada actividad de nuestra sociedad. Como si el devenir sociocultural no se hubiera acomodado todavía al acortamiento de las distancias que hoy se ha logrado gracias a las nuevas herramientas de comunicación.
De la misma manera que el cuerpo reacciona ante un intruso y produce fiebre, hoy el tejido social muestra fuertes anomalías y reacomodamientos, hasta ahora fundidos con otros problemas que enmascaran el fondo de la situación.
En la Argentina, intervenida por los medios de comunicación que finalmente llegaron a todos lados, el conflicto con el campo es un excelente ejemplo de una sociedad que corre desde atrás los acontecimientos. La noticia se expande a velocidades inimaginables, pero el margen de error que esto provoca se puede observar en los términos utilizados, no solo por los medios masivos de comunicación, sino por los propios protagonistas que son cooptados (como el grueso de la sociedad) por ellos. La forma impredecible de la comunicación se puede ver en las respuestas mediáticas entre la mesa de enlace de las entidades del campo y el Gobierno Nacional. Por presión de los medios o de sus propias organizaciones, las decisiones tomadas en ambos sectores no suelen ser una verdadera respuesta a los hechos acontecidos o a los avances de la negociación. Parecieran reacciones ante una palabra de un discurso, dejándose llevar por la coyuntura del día, sin percibir qué hay mas allá. En algunos casos, las respuestas encierran errores conceptuales de gran magnitud. Es así como en los últimos días hemos escuchado sobre una resolución (125/08) del Ministerio de Economía y Producción, terminologías de la talla de decreto, ley o impuesto. Aunque no parecen diferir demasiado en su significado, cada una de estas tres palabras encierra tratamientos distintos y otro tenor de legitimidad.
De igual manera, la aprobación o no por parte del congreso de las retenciones móviles, encerró una falacia que fue repetida por todos los medios por contagio. Detrás de la inmediatez venía cabalgando el conocimiento parlamentario, quien rezaba que no existe ningún proyecto presentado por el Poder Ejecutivo para sancionar que no pueda ser discutido o modificado por el Congreso. Si bien se lo puede votar a libro cerrado, no es una condición que pueda incluir el autor del documento. Sin embargo, durante varias horas circuló una información como mínimo errónea y antipática. Y en un momento donde la opinión pública convertida en ciudadanía está tan crispada (cada uno desde su punto de vista, equivocados o no) es necesario tener la mayor responsabilidad al echar a rodar una información que puede recrudecer antagonismos inútiles. Hoy todos están oscilando entre la desorientación y la reacción, sin medias tintas y magnificando situaciones que no coinciden con lugar y tiempo. La desinformación es una fogata que le da temperatura al ánimo social, y depositar más leña sobre las brasas con primicias inmediatas sin sustento o con una visión aproximada a la realidad puede ser peligroso. Aunque los espectadores así lo exijan.
La vorágine de la sociedad, también trae consigo otro factor desfavorable que tiene que ver con la falta de visión a largo plazo. Si bien al día de hoy, el Estado se ve como usurero y saqueador de las cuentas de los productores agrícolas, de desplomarse el precio internacional de la soja, es el mismo ente el que se va a hacer cargo de que estos productores mantengan la misma rentabilidad. Puede que la soja no baje de precio, pero los avatares económicos internacionales suelen ser impredecibles, nadie pudo predecir las crisis bursátiles de los 90, ni los efectos que llegaron a la Argentina.
Una frase muy usada por entrenadores deportivos dice “no hay que confundir velocidad con vértigo”. En un país joven como la Argentina, que sufrió tantos cambios estructurales, políticos y económicos por ruptura en los últimos 50 años, nunca sintió la presencia de una modificación paulatina en sus estructuras. Romper con lo anterior es el uso y costumbre que todos tenemos en la cabeza por herencia colectiva. Se podría probar con la receta de planear un cambio sociocultural a largo plazo, con la paciencia y la tolerancia que el proyecto colectivo requiere. No sería nada descabellado, solamente cambiar el rumbo pero manteniendo un horizonte en común.