"Nunca hubo un monumento de cultura que no fuera un monumento de barbarie. Y así como la cultura no está exenta de barbarie, no lo está, tampoco, el proceso de transmisión de la cultura. Por eso, en la medida de lo posible, el proceso histórico se desvía de ella. Considera la tarea de comprenderla como un cepillar de la historia a contrapelo" WALTER BENJAMIN

lunes, 1 de diciembre de 2008

Las caras de la verdad


La verdad suele tener varias caras. Cuando transcurría la guerra fría y Europa era rehén de las dos superpotencias que amagaban con terminar con el mundo en una explosión nuclear, muchas miradas solían concentrarse en el muro de Berlín. En lugar de alzar la voz contra ese vergonzoso monumento de la incoherencia humana, las grandes cadenas de noticias solían concentrarse en historias de personas que quisieron cruzar el muro y terminaron con sus vida en el intento o qué televisión miraban las familias de las dos Berlín según el reloj que mostraba la pantalla de la parte oriental o la parte occidental alemana.
Aquella historia, o su mecanismo para ser más exactos, se ha repetido por mil a lo largo del devenir de la política moderna. El crecimiento de los medios y su bombardeo a diario en la cabeza del ciudadano común generó nuevas formas de planificar la comunicación para obedecer a ciertos intereses. La consigna es clara, la versión que más rápido salga, será la que tendrá un carácter de verdad más fuerte que una segunda, aunque sea la realidad irreductible. De esta misma manera, la concepción de “crear agenda” sobre un tema se ha convertido en una herramienta vital para un político que quiera sobrevivir en el ejercicio del poder; ante cualquier problema de gestión, salir a hablar del tema solo rozando el verdadero centro de la polémica puede hacer desviar las miradas y reducir el impacto que un error fatal de administración a la nada. Ya que si los medios no lo muestran, no existe.
Hoy en día, esta forma de comunicar esta siendo utilizada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a veces para maquillar falencias graves en la gestión y a veces para hacer mirar a la sociedad hacia otro lado mientras se cocinan negociados espurios.
En los últimos meses, más allá de ciertas muestras de incompetencia o decisiones preocupantes en áreas fundamentales de un gobierno comunal como son la salud y la educación, el propio jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, salió a brindar conferencias de prensa ante un tema puntual de su gestión done se lo ve tirar una especie de fuegos de artificio para que la discusión se dispare hacia otro lugar. La primera gran bengala que fue la idea de no atender a las personas que llegaran a los hospitales públicos porteños desde otras partes del país, para ocultar en realidad la falta de suministros que aqueja a todos los nosocomios de Buenos Aires. Sumado a la falta de reposición de cargo que quedan vacantes y la falta de mantenimiento edilicio.
Otro punto fuerte de la gestión de este accidentado 2008 fue la brutal represión policial a los maestros que quisieron instalar una carpa y sufrieron heridas y contusiones. Tras lo hechos, Macri tomó el micrófono de la conferencia y habló de la falta de diálogo de los maestros y del recort de clases que iban a sufrir los chicos porteños ante los paros. De la represión ni una palabra. Jugada discutible la del jefe de gobierno, quiso mostrar a los maestros como ambiciosos a los que nada les importa la educación de los chicos, y al no responder sobre la represión hizo como si esta no hubiera existido o no le dio ningún tipo de gravedad.
Los negocios espurios se están haciendo carne al día de hoy. En contraposición a lo prometido en su plataforma electoral que decía exactamente: “Prolongación de calles existentes y aperturas de nuevas calles de manera que las ambulancias, la policía, los bomberos y los recolectores de residuos puedan transitar libremente”. Lo que está pasando hoy en la Villa 31 contrapone muy fuerte a lo que se prometió en la campaña. Pero ante los corte de la autopista Illia por parte de los hombres y mujeres de este barrio pidiendo por un plan proyectado por la Universidad de Buenos Aires que mucho tenía que ver con esta promesa, Mauricio Macri salió a decir que estaba preocupado por los posibles problemas de derrumbe que tenían las casas que crecían hacia arriba. De la urbanización y de las calles no tenía noticias o no quiso tenerlas; mientras corrían las denuncias de los negociados paralelos para instaurar un shopping y varios edificios millonarios sobre esa zona, una de las más caras de Buenos Aires.
Miente que algo quedará, la frase es antigua y siempre la escuchamos cuando de política se habla. Pero regar a la ciudadanía de mentiras o de verdades a medias puede atentar contra la propia administración de quien lo hace. Algo similar pasó en 2001, cuando un presidente decía que Argentina crecía mientras el país entraba en una crisis terminal. No hace falta recordar cómo terminó ese gobierno.

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