"Nunca hubo un monumento de cultura que no fuera un monumento de barbarie. Y así como la cultura no está exenta de barbarie, no lo está, tampoco, el proceso de transmisión de la cultura. Por eso, en la medida de lo posible, el proceso histórico se desvía de ella. Considera la tarea de comprenderla como un cepillar de la historia a contrapelo" WALTER BENJAMIN

lunes, 2 de noviembre de 2009

Los medios al centro


¿Cómo llegamos aquí? Una frase que puede hacerse muy frecuente luego de recorrer un largo camino, tomar decisiones de cómo encarar las encrucijadas y ya no poder divisar el punto de partida. Como si se hiciera una mapeo hacia atrás para encontrar motivaciones, anhelos, acierto y vacilaciones, que motorizaron el estado actual de las cosas. Sin embargo, la partida siempre implica una llegada, y es esa propia llegada la que queda difusa y no siempre se condice con el objetivo que se tenía a la hora de partir. Periodistas y medios de comunicación comenzaron a recorrer un camino parecido desde la tarea de informar hacia el protagonismo dentro de la sociedad. Es por eso que en estos momentos álgidos cabe preguntarse: ¿Cómo llegamos a esto?
En lo que refiere a la labor del periodista, Alicia Entel, reconocida por sus estudios sobre los medios de comunicación, daba a sus alumnos una definición muy interesante de la labor del periodista: “Los periodistas son los primeros historiadores de un hecho” y con ello hablaba del privilegio de poder sentar la piedra fundamental o el basamento a lo que luego muchos denominarán como un hecho histórico. Claramente se justifica la trascendencia de la profesión en su papel de cronista de una realidad.
Las funciones de la actividad del periodista tienen clara referencia a la comunicación social. Es decir que su objetivo esta centrado en la sociedad y no en sus propias necesidades. Justamente como lo hace la nueva ley, los medios de comunicación son un servicio y no un fin en sí mismo. Se podrían definir como instrumento, como vía de expresión, justamente como un medio.
Y aquí se ingresa al punto fuerte de la cuestión. Preguntarnos en qué momento los medios pasaron de la mediación al protagonismo. No se debe transitar tampoco la ingenuidad, por más que se hable de un hecho bajo el inmaculado halo de la objetividad, cada descripción y cada elección de una palabra con respecto a la otra sienta una opinión o una visión a ese respecto. Es decir, una vez más, que la objetividad no existe.
Hasta aquí, todo claro, pero es mejor regar estos dichos con una pincelada de ejemplos. Una tarde de mayo de 1995, un jugador de fútbol en pleno ascenso decía con amargura que lo único que le molestaba del fútbol local era que los productores los hacían esperar en el vestuario para entrar a la cancha, así se tomaba el ingreso y no hacían su entrada al estadio cuando la TV estaba en comerciales. O cómo en un debate televisivo de este año, por un lado participaba un político de corte oficialista y en lugar de moderar o invitar a un político opositor, los propios conductores del programa se sentaban en la tarima del contrincante para debatir.
En la historia siempre hubo medios más influyentes que otros y con sólo nombrar la época del fascismo de mediados del siglo pasado, se denota el papel fundamental de los medios a lo largo de la historia. Se puede decir que siempre estuvieron cerca del poder y fueron vehículo de él para cumplir su difusión propagandística y las ideas de los nuevos órdenes. Pero la cercanía nunca implicó esgrimirse como el poder mismo y trabajar para los propios intereses de periodistas, medios o grupo de medios poderosos.
Cuando ciertos emergentes sociales pierden su centro, quedan el tiempo y sus protagonistas como agentes dinámicos para que recuperen su lugar original. Lo mismo pasó en las décadas del ´80 y ´90 con la economía como usurpador del espacio que le correspondía a la política y que lentamente fue recuperando su posición a partir del quiebre de diciembre de 2001. Tal vez la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sea el punto donde la labor periodística se vea reacomodada y vuelva a correrse a un lado del poder y volver a revalorizar el verdadero papel de un periodistas que es contar historias u opinarla, mantenerse al margen de los hechos y no tener que protagonizarlos.

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